domingo, 15 de febrero de 2009

La Revolución de la Evolución.


( Por Santiago Villarreal Cuéllar )


Este 12 de febrero se cumplen doscientos años del nacimiento de uno de los científicos más revolucionarios que ha producido nuestra especie humana. Me refiero al médico y teólogo británico Charles Darwin, quien fue el que sentó la teoría de la evolución de las especies a partir de la selección natural, y que posteriormente ha contribuido para que las ciencias llegaran a la evolución en que se encuentran en nuestros días.

Charles Robert Darwin nació en Shrewsbury, Inglaterra, el 12 de febrero de 1809. Fue el quinto hijo de una familia adinerada y estudió medicina y teología, pero se dedicó a viajar por varias regiones del mundo, hecho que lo trajo precisamente a nuestro continente americano, específicamente a las Islas Galápagos en el Ecuador, lugar que le sirvió de guía para realizar los estudios de algunas especies animales y posteriormente desarrollar su teoría de la evolución.

En su tiempo causaron enorme revuelo sus tesis, sobre todo en los círculos religiosos y aun científicos, que se negaban a creer que los seres humanos pudieran haber venido a este planeta, no como una chispa de la creación, sino que se necesitaron millones de años para que se desarrollara en lo que somos hoy en día.

Sin embargo, a través del transcurso de los años, diferentes científicos de varias disciplinas comenzaron, no solamente a aceptar la teoría, sino a estudiarla, modificarla en algunos aspectos y aceptarla como el experimento más revolucionario dentro de las ciencias naturales de los últimos tiempos.

Es así, que ciencias como la Arqueología, la Antropología que surgió a mediados del siglo pasado, la Geología y otras que vinieron precisamente a formarse en base a esta teoría como la Paleontología, se prendieron de la evolución para sustentar sus estudios y sus investigaciones, y de esta manera sentar las bases de un conocimiento que hoy ha evolucionado enormemente.

Pero también se han nutrido de estos postulados, disciplinas científicas como la Filosofía, la Sociología, la Astronomía, la Física, la Sicología Social y la Clínica, lo mismo que la Gomorfología, y en los últimos treinta años la ingeniería genética, que tantos beneficios traerá en la medicina para bien de la raza humana.

No obstante el avance de la ciencia de la evolución, aun en nuestros días son millones de personas en el mundo que se niegan a aceptar nuestro pasado evolutivo, y aunque algunas corrientes de pensamiento religioso, no solamente la aceptan, sino que llegan a afirmar que esto ya estaba escrito pero vedado, quienes caminamos por los maravillosos senderos de la ciencia sabemos que la verdad científica finalmente llenará la mente del ser humano, de por sí soñadora y abstracta.

Quizá por esta razón, me atrevo a decir que Charles Darwin fue un revolucionario en su época, y su revolución no fue estéril, pues ha contribuido para que los conocimientos del ser humano en temas tan polémicos como su aparición en al tierra, fueran finalmente develados hasta el punto de que los físicos y astrónomos se ocupan hoy es de buscar en el inmenso y desconocido espacio infinito, manifestaciones de vida que se asemejen a las que existen hoy en nuestro planeta.


Sin duda alguna, sin la contribución de Darwin a las ciencias, seguiríamos hoy en el oscurantismo, sin entender ni descifrar uno de los fenómenos que siempre nos ha devanado nuestro pensamiento, siempre curioso, siempre investigador como lo es el enigma de, de dónde venimos.

Las más prestigiosas universidades del mundo, lo mismo que las diferentes disciplinas científicas que se dedican a estudiar las ciencias humanas y sociales, han dedicado este mes de febrero como el mes de Darwin.




Pitalito, febrero 10 de 2009

santi66@hotmail.es





martes, 10 de febrero de 2009

El Quimbo, Un Atentado En Contra La Cultura del Alto Magdalena.




Los habitantes del Huila y el sur de Colombia en general, no podemos ser actores pasivos frente al atentado que pretende perpetrar por parte de una multinacional española con la anuencia del Gobierno nacional contra la cultura, el medio ambiente, el derecho a la propiedad, a una vida digna y al patrimonio de cientos de familias campesinas con la construcción de la Hidroeléctrica del Quimbo en el centro del departamento.

La inundación de 8.500 hectáreas de terreno, 5.000 de ellas cultivadas y el resto altamente productivas, para la construcción del proyecto, no solamente significa que las familias campesinas que actualmente habitan allí, entrarán a formar parte de los millones de desplazados que hoy engrosan los cordones de miseria en todas las regiones de Colombia, sino la entrega de la soberanía nacional de manera incondicional por parte del gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez a las compañías multinacionales.

El proyecto, tal como esta concebido, afectará de manera significativa el comportamiento cultural, social y económico, es decir la vida, no solamente de quienes tendrán que abandonar por la fuerza su terruño y medio de supervivencia, sino de todos los habitantes del macizo colombiano, pues se estará afectando la columna vertebral de la nación, el rio Magdalena.

No podemos permanecer indiferentes ante la pretensión de convertir al departamento del Huila en un inmenso espejo de agua de donde solamente saldrá energía para impulsar el crecimiento de las grandes empresas internacionales mientras nuestras comunidades se hunden en la pobreza y la miseria, como ocurrió con los campesinos de Hobo, Yaguará y las demás poblaciones afectadas con la construcción de las hidroeléctrica de Betania. Por todos es sabido que el anunciado desarrollo económico, social y cultural nunca llegó a esas poblaciones y por el contrario sus economías se vieron seriamente diezmadas.

Los medianos ganaderos que no abandonaron la región se vieron obligados a convertirse en pescadores, los pequeños productores en canoeros y la gran mayoría en desplazados en los municipios y ciudades cercanas. Su cultura y su vocación agrícola y ganadera fueron abruptamente cercenadas sin ningún tipo de compensación.

El impacto cultural que se avizora de darse la construcción del devastador proyecto El Quimbo, será mucho más grande, dada su mayor envergadura y las características geográficas de su localización.

La región del alto Magdalena, denominado Yuma por las comunidades ancestrales, que significa “Rio Amigo”, es también cuna de la cultura Ullumbe, ( Agustiniana) cuya zona de influencia ha sido declarada como patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco desde 1995 junto a la región de Tierradentro, las cuales se ven seriamente amenazadas por la construcción de este Mega-proyecto hidroeléctrico.

Según la propia EMGESA, en la zona que será inundada para su construcción, contiene 78 áreas de interés arqueológico, “distribuidas por toda el área del Proyecto correspondiendo esencialmente a lugares de vivienda, algunas de ellas utilizadas con fines funerarios, las cuales albergan evidencias pertenecientes en su mayoría al Período Reciente definido para el Alto Magdalena (800 -1600 d. C) y unas pocas del Período Clásico Regional (100 a. C. – 800 d.C.)”.

En el área, dice el mismo estudio, se detectaron tres estaciones de arte rupestre (petroglifos), todas ellas ubicadas a lo largo del río Magdalena. “

Cabe destacar que el estudio realizado en estas áreas solo comprende excavaciones superficiales basadas en la información entregada por la comunidad y no a un estudio científico ordenado por el ministerio de cultura de Colombia.

Del total de las 78 áreas de interés arqueológico registradas cinco no se verán afectadas por las obras del Proyecto, por tal razón se puede concluir que el impacto sobre el Patrimonio Arqueológico será fuerte, concluye el estudio

Lo anterior indica que un invaluable número de vestigios arqueológicos, cuyo valor histórico y significado aun no se ha evaluado, quedará sepultado bajo millones de metros cúbicos de agua y con ellos parte de nuestra identidad.


Según la ley 387 de 1997 es obligación del Estado y de las personas valorar, proteger y difundir el Patrimonio Cultural de la Nación.
La norma, en su Artículo 6º, “Son bienes integrantes del patrimonio arqueológico aquellos muebles o inmuebles que sean originarios de culturas desaparecidas, o que pertenezcan a la época colonial, así como los restos humanos y orgánicos relacionados con esas culturas. Igualmente, forman parte de dicho patrimonio los elementos geológicos y paleontológicos

relacionados con la historia del hombre y sus orígenes.

También podrán formar parte del patrimonio arqueológico, los bienes muebles e inmuebles representativos de la tradición e identidad culturales pertenecientes a las comunidades indígenas actualmente existentes, que sean declarados como tal por el Ministerio de Cultura, a través del Instituto Colombiano de Antropología, y en coordinación con las comunidades indígenas.

El particular que encuentre bienes arqueológicos deberá dar aviso inmediato a las autoridades civiles o policivas más cercanas, las cuales tendrán como obligación informar del hecho al Ministerio de Cultura, durante las veinticuatro (24) horas siguientes.

El Ministerio de Cultura determinará técnica y científicamente los sitios en que puede haber bienes arqueológicos o que sean contiguos a áreas arqueológicas, hará las declaratorias respectivas y elaborará el Plan Especial de Protección a que se refiere el artículo 10, numeral 3 de esta ley, en colaboración con las demás autoridades, organismos del nivel nacional y entidades territoriales.

En el proceso de otorgamiento de las licencias ambientales sobre áreas declaradas como Patrimonio Arqueológico, las autoridades ambientales competentes, consultarán con el Ministerio de Cultura, sobre la existencia de áreas arqueológicas y los planes de protección vigentes, para efectos de incorporarlos en las respectivas licencias.

El Ministerio de Cultura dará su respuesta en un plazo no superior a 30 días calendario.


La mayoría de los seres humanos, no obstante registrar migraciones a lo largo de la historia, siempre han buscado asentamientos permanentes donde con el paso del tiempo va construyendo paulatinamente unos ancestros, y unas formas culturales, de las cuales han surgido en todas las sociedades, desde las más nativas hasta las más recientes las leyendas, mitos y demás manifestaciones que son las que construyen un sentido de vida que identifica la cultura de cada pueblo o región.

Cuando por alguna circunstancia tales como cataclismos, terremotos u otros fenómenos a veces provocados por el mismo ser humano, obligan a emigrar esos asentamientos a otros lugares, se presenta un impacto emocional y psicológico que causa secuelas a veces insuperables, sobre todo para las personas en edades comprendidas entre los siete y los noventa años de edad. Así está demostrado en las estadísticas de los últimos estudios sociológicos y psicológicos que se han realizado en diferentes partes del mundo.

El ser humano por naturaleza, desde el mismo útero de la madre va construyendo un sentido de pertenencia, que después de los dos años de vida se hace más intensivo, aun para aquellos infantes que se forman en ambientes sociales propicios para compartir en comunidad, que se conserva y se prolonga durante todo el resto de su vida. Sentido de pertenencia como cuando se obtienen bienes muebles o inmuebles, que con el paso del tiempo son difíciles de desprender de la psiquis del ser humano, y que cuando esto sucede, causadas por algún fenómeno natural, violento o provocado, traumatiza esa mente individual, cuyas secuelas pueden llevar al individuo a veces a contraer enfermedades mentales difíciles de corregir por la sicología moderna.

Los habitantes aledaños al lugar donde se pretende construir este proyecto hidroeléctrico, han construido a lo largo de varios siglos un entorno social con un gran sentido de pertenencia, que han heredado por varias generaciones, y han elaborado a su alrededor todo un proyecto de vida, que al ser modificado bruscamente como se pretende, provocará un impacto emocional, psicológico y cultural de dimensiones irreparables, de cuyas consecuencias nadie se ha preocupado por medir, ni mucho menos cómo se podría corregir, si es que existe alguna posibilidad, ni con el trascurrir del tiempo, ni en sus lugares donde tendrán que comenzar a vivir de nuevo.

La construcción de esta represa, se constituye en otra modalidad de desplazamiento forzado que se suma a los desplazamientos ocasionados por la violencia en nuestro país, el cual ocupa el segundo lugar en el mundo después de Ruanda en el África.


En las márgenes del hermoso río de La Magdalena, lo mismo que en sus afluentes, esta conservado y podríamos decir que contenida la historia geológica, arqueológica, en rocas colmadas de significado, donde en su letra muerta hay un inmenso contenido de conocimiento del pasado. Todas las claves de sus escritos están en nuestro río aun sin descifrar.

Hoy se encuentran en el olvido, de insistirse en la construcción del proyecto, quedaran sepultadas sin que podamos tener conocimiento de su riqueza cultural.

De presentarse la migración con la correspondiente reubicación en el lugar denominado Llano de La Virgen, jurisdicción del municipio de Altamira, se afectarían los yacimientos fósiles que reposan en esa región, cuyos hallazgos fueron reconocidos por el científico y paleontólogo GONZALO CORREAL, en reciente visita que realizó a finales del año 2008.


La multinacional EMGESA pretende hacer creer que la construcción de esta clase de proyectos, generan desarrollo, en torno a la devastación, cuando en realidad lo que se está haciendo es un hecho político siguiendo el ya decadente modelo neo-liberal de globalización de la economía.

Hace treinta años cuando se construyó la Hidroeléctrica de Betania, con inversión del Estado, se le dijo a la comunidad tanto del departamento del Huila, como del resto del país, que este proyecto generaría muchísimo empleo, no solamente durante la construcción de la obra civil, sino posteriormente, convirtiendo dicho lugar en un paraíso turístico y de pesca, lo que desarrollaría y mejoraría la calidad de vida de quienes vinieran a residir cerca de ese lugar.

Sin embargo, nada de eso se logró, y con el transcurso de los años la empresa fue feriada al mejor postor, cuyos dineros por concepto de la venta y regalías nadie sabe donde se invirtieron. El lugar de Betania no es hoy un lugar turístico, salvo uno que otro visitante, pues no es atractivo para nadie.

Ese mismo cuadro de miseria será el que a futuro se presentará con el Quimbo, pues a las multinacionales lo único que les interesa es sus ganancias, menoscabando la calidad de vida de los lugares donde construyen sus empresas.


En estudios que se han realizado por parte de grandes científicos de las disciplinas de la geología, sismología y vulcanología de grandes universidades del mundo, han demostrado con estadísticas que la construcción de enormes represas hidrográficas pueden causar con el tiempo, terremotos en otros lugares del planeta, debido al volumen de agua que se acumula en un lugar determinado, el cual causa desequilibrio en las placas tectónicas.


Sería muy importante conocer a cuántos años se ha firmado el contrato de concesión de este proyecto, y si en el mismo está incluida la explotación de los recursos hídricos, lo que nos llevaría a preguntarnos si en unos veinte años tendremos que comprarle nuestra propia agua a las empresas españolas.

Ponencia presentada por los integrantes de la TERTULIA LA EMBARRADA DE PITALIO.


domingo, 8 de febrero de 2009

Adios a las estrellas



La gigantesca bodega se abrió por medio de un dispositivo electrónico que jaló la puerta hacia la derecha. Al fondo, aviones semidestruidos de fabricación rusa moldeaban las sombras de la pared; armas convertidas en cuidadosos esquemas, fotografías de bases militares, montañas gigantescas de planos y obras de la arquitectura militar denunciaban el secreto. Alberto ingresó en silencio. Años y años de espionaje militar estaban frente a sus ojos, y sin embargo, lo que observaba para él carecía de significado.

—Esto es lo que quieren que yo crea—dijo, con orgullo, dirigiéndose a la habitación del fondo, y golpeando la pared con una barra de hierro.

La pared era sólida, resistente a los golpes. Su corazón latió con fuerza cada vez que encontró una puerta cerrada, pero una vez era violada la cerradura, la esperanza desaparecía; lo que encontraba lo llenaba de ansiedad. En otros compartimentos los pasillos se difuminaban en habitaciones dedicadas al diseño, a la experimentación, e incluso encontró una sala dedicada a la tortura. “Basura, es lo que quieren que crea” pensó. Había una cafetería, algunos dormitorios, y un bar donde copas medio llenas y cigarrillos aun humeantes le recordaron que no estaba solo. Con la misma barra metálica golpeó los suelos, creyéndolos huecos; cada estructura sospechosa de poseer un doble fondo era examinada, golpeada, medida, a veces destruida. Encontró mapas de objetos fantásticos, evidencias de encubrimientos que no eran el suyo, diseños alocados, casi inútiles, pero indudablemente humanos. Empezó a sentirse nervioso, engañado; revisó todo el lugar una vez mas, cada compartimiento, cada hangar, cada bodega habitada de sombras y aeronaves experimentales. Los ingenieros que hasta hace poco habitaron aquel enorme nicho en la mitad del desierto se dedicaban a plagiar ideas de otros diseñadores, buscaban errores en las mejores naves extranjeras (errores que podrían decidir una guerra) pero no había nada de otro mundo. Nada. El tiempo de Alberto era limitado. Fotografió como pudo algunas aeronaves, fotografió las salas y los dormitorios; sabia que los planos podrían producirle problemas. Se sentía estupido, inútil. Pensó; hay una esperanza. Quizás la base militar del Área “51” ha sido siempre un engaño, una quimera dispuesta a desviar la mirada de los curiosos, y quizás los seres de las estrellas están esperándole, en algún otro hangar del gobierno, oculto e imposible para él. Aquella idea lo llenó de esperanza. Pero no logró animarse. Había una farsa, pero, ¿donde? Tuvo que salir. El pecho le dolía, y la respiración le costaba. Llego al límite del desierto y estuvo a punto de ser capturado dos veces. Le habría encantado decirles a aquellos militares manipuladores un par de cosas. Escupirles la cara, pero el instinto de supervivencia fue más grande que la indignación. Camino en silencio, en medio del desierto, sin mirar atrás. Hacia frío. ¿Como explicar su tristeza, su sensación de angustia? Estaba caminando en la mitad de la nada, en la oscuridad, buscando algo de humanidad. Observó las estrellas y su pecho se comprimió de tristeza. Una costra nebulosa de luces infinitas y distantes, una esperanza dolorosamente brillante y hermosa que confirmaba su fracaso. Liberó algunas lágrimas. Aquella era la primera vez que al verlas se sentía solo.

Oscar Corzo

( cuentos del ocio)

Confesión.

Responderé a tu pregunta; si, fui yo. Aquella mañana me senté frente a tu casa, y duré ahí dos semanas y media. Nadie podría reconocerme. Disfrazado dentro de la multitud, soy uno de esos objetos que parecen camuflarse dentro de la locura y la insatisfacción de la ciudad. Sonreí. Soy estándar. Invisible, confundible, irreconocible, irrecordable; soy un árbol. Observe cada uno de los objetos visibles junto a mi con atención; incluso las paredes hablaban de ti, de tu tristeza, de tu figura menuda y delicada. Todos los días te veían pasar. No quería hablarte, pero no sabia adonde más ir; los domingos son terribles para mi falta de adaptación social, y esta ciudad nunca me ha pertenecido. El polvo de la calle se levantaba para despedir a los apresurados automóviles, y las rosas. (¿De donde salieron las rosas?) Bueno, salieron de una floristería del centro; las compré con lo que quedaba en mi billetera. Aun olían a frescura, como huele tu cabello días como este. ¿Que hago aquí? Nada, pensé; soy un desconocido, un ser no grato. Debería entenderlo. El sol empezaba a enseñar algo de su mal carácter; el viento se empecinaba en hacerme tragar algo del polvo que cubría el asfalto. Partículas de lluvia. Fotones envenenados. Nada; creí que habías olvidado nuestra cita. La ocasión anterior observabas a las palomas en el suelo, sentada sobre una de las tantas bancas del parque. Vestías como una adolescente cualquiera; blusa blanca, un Jean azul claro, una cinta roja que sostenía tu delicado pelo negro. Me reconociste desde la entrada. Sentí que un esfuerzo sobrehumano te permitía sonreír; era nuestra primera cita; la primera desde que decidimos enredar nuestros destinos. Algunas mariposas revoloteaban en el aire haciendo que la imagen tuviera una calidez romántica extra. El día era tibio pero me fue imposible evitar que algunas gotas de sudor recorrieran mi frente; otras parejas hablaban con suavidad a nuestro alrededor, niños jugaban, gente caminaba, solo las nubes parecían distantes, arremolinadas sobre un horizonte difuso que indicaba una lluvia pronta a caer sobre nosotros. El mismo viento, haciéndome tragar polen en vez de polvo. (¡Basta e irremediable monotonía!) Un tibio olor a grasa de salchichas se mezclaba con el olor del césped y la sensación agria que aun me quedaba del viaje. Mis ojos se serraban por voluntad propia. Veinticuatro horas observando la metamorfosis del horizonte, solo para verte una vez más. Miles de imágenes y lugares habían desaparecido frente a mis ojos pero solo este importaba. Junto a la ventana de un automóvil, había recorrido mil kilómetros.

Hablé de música, de teatro, de poesía; ¿lo recuerdas? tus ojos me observaban en silencio, desbaratando cada fibra de mi seguridad. ¿Te aburrías verdad? callarías, me lo había advertido; fue así cuando te conocí, fue así cuando recorrimos las calles de bogota de la mano, fingiendo ser fanáticos felices camino a un concierto de Muse. Las sombras que nos dieron cobijo se humedecían al correr del día. Saqué mi regalo; una pequeña muñeca, idéntica a ti, hecha de porcelana. Me incline sobre tu mano, que desde instantes atrás estaba unida a la mía. Mi primer beso no fue en tus labios, fue sobre tus dedos. Una explosión química recorrió cada uno de mis vasos sanguíneos en ese instante.

Salimos, caminamos, comimos, escuchamos el rumor ronroneante de los automóviles lejanos, me moría de ganas, deseaba besarte, pero no lo hice. No vi esa chispa en sus ojos, pero quería hacerlo. Tenia la impresión de que era lo que la atmósfera necesitaba para liberar la lluvia. Un choque eléctrico. Algo que impactara. Pero la tarde trascurrió en otros términos, y nos despedimos como buenos amigos. No sé si deseabas que te besara, sinceramente no lo sé. Concertamos aquella cita al día siguiente, cita a la que nunca fuiste.

Mira, pero yo no estaba en el parque, estaba frente a tu casa, y me había disfrazado de árbol. Nunca llamaste, así que no te enteraste de mi transformación. No te dignaste a salir, ni a saber de mi existencia. Me sentía indignado. Pero luego pensé que quizás estabas enferma. Así que me quede ahí, parado, susurrándote a los oídos ayudado por el viento, tratando de que algo de emotividad derritiera tu corazón. ¿Y sabes? Mi rabia desapareció, y me quedé hechizado por ese curioso derecho a verte sin que lo notaras, por ese placer de acariciarte el rostro ayudado por el viento. En las noches dormías con la ventana abierta, y te contemplaba en silencio, sin dormir, tratando de entender tu belleza, y el efecto que tienes sobre mí. Aun no entiendo por que tus ojos me hechizan y acarician mi espíritu como si tuvieran dedos invisibles que le hacen cosquillas a mi corazón. Aun no entiendo porque fui capaz de renunciar a mi vida tan solo por tener el derecho a observarte dormir todas las noches, y por eso nadie sabe porque una árbol frente a tu casa empezó a dar rosas rojas en ves de frutos. Si, fui yo, ¿o es que acaso conoces a otra persona tan cursi como para hacer algo así? en serio, disculpame, no lo hice de mala intención, y es que, ¿ como iba yo a saber que eras alergica a las rosas?

: Oscar Corzo