sábado, 3 de abril de 2010

COLUMNA SEMANAL


TEMAS DE ANALISIS



Piedad Córdoba: tesonera en la defensa de los derechos humanos.

(Por: Santiago Villarreal Cuellar)

Vilipendiada por muchos colombianos, incomprendida por otros, calumniada por otros tantos, envidiada por muchos políticos, odiada por los sectores reaccionarios y aplaudida por otro tanto de colombianos que sentimos una profunda admiración, un inmenso sentimiento de gratitud por el tesón con el que se dedica a la defensa de los Derechos Humanos, en un país que ha perdido desde hace mucho tiempo su memoria en defensa de los mismos, además de ser casi un suicidio defenderlos.

El logro obtenido la semana pasada, conjuntamente con ese grupo de personas de Colombianos y Colombianas por la Paz, de servir de mediadora en la liberación de dos militares, entre otros uno de los que llevaba más de doce años retenido (el sargento Moncayo) y la entrega de los restos mortales del coronel Guevara, coloca a Piedad Córdoba una vez más como una de las pocas personas que se la juega toda por propiciar una salida negociada, no solamente al intercambio de presos de la guerrilla en las cárceles del establecimiento por los restantes militares retenidos por las farc (prisioneros de guerra según los Protocolos I y II de Ginebra), sino sentar las bases para lograr una negociación política que conduzca a la pacificación de la nación.

Y es que Piedad Córdova, no solamente es tesonera en una negociación política en aras de la paz sino que además, conoce plenamente al igual que lo sabemos cientos de miles de colombianos, que las condiciones para lograr ese anhelado objetivo, requiere de un cambio fundamental en el modelo económico que se ha aplicado en este país y de permitir de una vez por todas una verdadera democracia, en la cual no solo se invite a participar de unas elecciones cada cuatro años, en las que de antemano ya se han elegido en los clubes, los gamonales que ocuparan la mayoría de curules del congreso, sino que se escoge de antemano quién será el presidente, cerrando toda posibilidad de que la gran mayoría de los colombianos (que entre otras cosas no participa de esa feria electorera) pueda expresar sus verdaderas preferencias.

Desde que comenzó su carrera política en el departamento de Antioquia, la senadora Piedad Córdoba se ha destacado por la defensa de las minorías étnicas (afro-descendientes, indígenas), en una nación que a pesar de ser multirracial, sigue discriminando a los negros, lo mismo que las comunidades primitivas mal llamadas indígenas. Pero además es defensora de su propio género (las mujeres), lo mismo que de los sectores homosexuales (LGTB) y en general de todo aquello que implique la defensa integral de los derechos de las personas.

Esto coloca a la insigne senadora en los mismos lugares que han ocupado destacados pacifistas a nivel mundial, como Gandi, quien logró la independencia de la India en 1948; Nelson Mandela, quien acabó con el odioso apartehid en la república Sudafricana hace veinte años, negociando con la oligarquía de la raza blanca que manejó a ese país desde la época colonial, logrando la unificación de esa nación, limando odios y rencores de raza; o la guatemalteca Rigoberta Menchú, que a pesar de que sus padres, descendientes de comunidades primitivas, fueron masacrados con otros campesinos de su raza, pero a pesar de semejantes oprobios, depuso odio y venganza y a cambio lideró un proceso de pacificación en su país.

Por todos estos meritos alcanzados en estos últimos años, creo que el nuevo presidente o presidenta que resulte electo en los próximos comicios, debería nombrar a Piedad Córdoba, como Alta Comisionada para la Paz, con el propósito de llegar, no solo a un acuerdo humanitario para liberar el resto de retenidos, sino un acuerdo negociado con las guerrillas para poner fin a este conflicto que lleva cincuenta años desangrando esta martirizada Colombia.

Sin embargo, soy escéptico que esto último se logre, porque todo parece indicar que el nuevo gobierno continuará siendo afín con el establecimiento actual y seguirá recibiendo instrucciones de Washington, desde donde hace tiempo se ordenó internacionalizar el conflicto armado colombiano, alimentándolo con el Plan Colombia, con el propósito de tener argumentos para tratar de detener el proceso progresista de la mayoría de naciones suramericanas.

Pitalito, abril 03 de 2010.

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