sábado, 22 de septiembre de 2012


Por Jairo Oliveros Ramírez
RECOMENDACIONES PARA CONSUMIR UNA ASPIRINA
Estos apuntes nacen de una lectura como mágica, como algo fantástica y a la vez sorpresiva porque un día decidí acercarme a este libro y empezar a leerlo como  que si, como que no o como quien no quiere; hacía bastante tiempo lo tenía entre los libros por leer y lo tenía como un libro raro, curioso. Un libro que el propio autor me obsequió hace un par de años y luego descubrí algunas cosas atractivas e interesantes desde mis lecturas, pues llevo leyendo y releyendo bastante tiempo los poemas de “Aspirina al corazón” escrito con entusiasmo, con fervor, pensando casa palabra y cada verbo, cada sustantivo, cada signo de puntuación. Pienso que el escritor pensó y pensó, labró y labró con angustia y dolor, con zozobra y ansiedad cada una de ellas.
Estas notas florecen del Libro de poesía de Joaquín Peña Gutiérrez: “Aspirina al Corazón” de Contracartel Editores, editado en el año 1986 en la ciudad de Medellín. La portada es una portada normal, parece que se elabora sin ninguna pretensión comercial o publicitaria pero es una portada  agradable, normal.
Todos los poemas me despierta los recuerdos, los sentimientos; aquellas pasiones que durante siglos han permanecido escondidas, quizás guardadas, esperando un aleteo de algún colibrí para que nos despierte a la vida, en la vida que al parecer vivimos.
Entonces uno emerge como ese lector adormecido cuando se encuentra con estos versos que siempre están esperando quien pueda leerlos y sostener la lectura poemas tras poema, como si se estuviera leyendo a Pablo Neruda, a Fernando Pessoa, y descubrir que 
 “.................................. El gorrión
me lleva suficiente a la sombra limpia del corral
a descubrir los granos en la tierra
a ser yo mismo mi nido entre hojas
a contar mi propio tralalá.” p77
Y, eso para empezar, porque es el inicio, el principio de sentir aromas, descubrirse niño, adolescente; hallar sueños más allá del horizonte y de qué manera explicar con la palabra aquellos sentimientos que brotan con ansiedad leyendo los poemas de hechos olvidados y que existen en la palabra para seguir escrudiñando el pasado, las heridas.
En “Pacandé” recupera el paisaje, el viaje y evoca la familia. En el cerro de Pacandé “un cucurucho de tierra”, modismo que se vuelve universal para despertar y recuperar el pasado para no olvidar como eran las cosas, la vida. Es un viaje por una parte de nuestra interioridad: la vida, el paisaje, nuestro mundo.
Es la vida que pasa en un suspiro del día, de un viaje; son imágenes del paisaje de la distancia y la soledad. Poemas con ritmos de vida, versos que se extienden y se acortan para medir el furor de las emociones, así como 
“en esta bonita soledad
porque sé que en un momento
corriendo del agua que ya viene
golpearán afanadas a la puerta
y todos
ellos agitados por el fuego
yo agitado por las palabras anteriores
tomaremos un refresco” p43-44
que se expresan en “Despedida” como un adiós para regresar.
A veces me da la sensación que es el despropósito para continuar el viajey sentir que los recuerdos nos alcanzan como sucede en “Mis oraciones” otro poema para la nostalgia y  las evocaciones; de tal manera que
“Este hombre que soy
sin madre por la tierra
cruzándola hasta fin” p31 
Mide el lejano encuentro con el futuro con versos para recordar a esos ancestros que nos acompañan desde siempre.
Me gustan aquellas cosas, aquellas ideas que otros escriben; me gusta esas ideas de Joaquín Peña Gutiérrez que se cuelan en sus versos, me gusta el lenguaje, el estilo; encuentro  aquellas cosas que quiero y disfruto leer y la manera como lo escribe y que no he podido escribir.
También encuentro señas en sus versos, en aquellas palabras que transpiran un lugar que se va perdiendo con el tiempo, y el tiempo parece un hilo como si fuera solo instantes, solo momentos. Hay que encontrarlo. No. Mejor uno se topa con él a medida que se lleva la lectura, se lleva el tono que sostiene cada verso. Y uno descubre ese instante como colgado en un sonido lejano pero permanente como sucede en  “Un minuto”
“Este atardecer parece
que estuviera amaneciendo” p73
Más adelante encontramos una silueta del tiempo como una antorcha en el tiempo de nuestro mundo
“El sol de los venados
No dura más de un minuto
Y lo cierto es esta noche en que me  pierdo” p73
Y también el espacio para recuperar como mi identidad o mis recuerdos que se aprecían a continuación en el mismo poema
“Una alborada de fuego
cubre en uniforme llamarada
los edificios parejos de mi barrio” p73
Encuentro improntas dispersa por las páginas de este libro que merece leerse de manera pausada como si fuera una “Ausencia”, como un yo que transpira altibajos entre el pasado y el presente porque vuelve otra vez el tiempo, ese tiempo marcado por los sinsabores de la historia que aún nos rasga, pues
“Venía sólo corazón con mi corazón solo
buscando para su vida agua y fuego.” p67
Y en estos versos se percibe esa distancia entre el antes y el ahora, es como si
“El alero de tus alas
con una y otra plumas rotas
se extendió sobre mi agua
y el vuelo de una lágrima
se detuvo y respiró
huyendo al aletazo de la muerte.” p67
Entonces, se fusionan ayer y hoy, el antes y después, ausencia que parece ser y tener la sensación de la muerte, del adiós. Una despedida para volver desde el presente al pasado como un eterno retorno para no confundirnos en los rastros de la historia, de nuestra historia que va desde aquí que es el presente hasta el pasado remoto y constante que está lejano.
 Y, por supuesto que van apareciendo entre verso y verso signos que indican nostalgias y otros vestigios, como rezagos de historia de la tierra que no olvidamos para no perder la esperanza.
Aún seguimos buscando el antes y el después como descubriendo misterios para cicatrizar las heridas, la historia.

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