domingo, 27 de julio de 2014

Por Jairo Oliveros Ramírez. Son noventa años.



 

Cuando una novela pasa el umbral de los cincuenta años comienza a generar pensamientos que orietan el camino, la vida. Así ha pasado con "La Vorágine", la novela del escritor José Eustasio Rivera, creció y se ha construido su propio camino. Ha dejado y sigue dejando huella, generando expectativas. Monserrat Ordoñez en "La Voradine: textos críticos" presenta una compilación, como un homenaje a "La Vorágine" y a J. E. Rvivera,  con una variedad de textos que exaltan su grandeza y calidad. Eduardo Neale Silva nos recrea en "Horizonte Humano Vida de Jsoé Eustasio Rivera.". Otro tanto realiza Isaías Peña Gutiérrez en "Breve historia de José Eustasio Rivera". Aquí presentamos un pasaje que nos muestra esa actitud humana que la hace universal entre otras facetas.

"...La lámpara de encandilar murciélagos latía como una víscera. El equipaje, intacto. La hamaca, aún tibia, estaba repleta de mantas y cojines, para simular bajo el mosquitero un cuerpo dormido; aquí las chinelas de piel de tigre; allá la colilla del último cigarrillo, humeando todavía en el rincón. Estos detalles nos permitían respirar con sosiego. La madona no había salido para escaparse, pero debíamos vigilar.

"En la noche siguiente dimos comienzo a nuestros planes: Franco y Heli, con taparrabos y con fardo al hombro, entraron desnudos en la fila de los cargadores, por conocer la ruta del incógnito puerto y atisbar  las maniobras de los aborígenes. Mientras tanto, Ramiro entretuvo  al Váquiro en su caney y yo pasé la noche con Zoraida. Sobrevino una imprevisión adversa o propicia: los perros, viéndose solos, cogieron el rastro de mis compañeros y encontraron a su antigua dueña, que, mañosamente, se los llevó, sin decir palabra" Ancora Editores, 1997, p260.

Y dejamos ahí para seguir buscando otras razones y huellas que nos decubra el pensamiento de J. E. Rivera.