jueves, 25 de septiembre de 2014

Por Jairo Oliveros Ramírez. Recordando a José Eustasio Rivera




Agrego la siguiente nota que llama la atención porque son argumentos de quien logra expresar algunos percepciones y apreciaciones de la grandeza que se evidencia en la novela del vate por su lenguaje, porque encuentra en el lenguaje y la narración algo esencial  como es el ritmo vital, el tono vigoroso que es difícil mantener a lo largo de una novela y solo pueden lograrlo los grandes como nuestro novelista. Transcribo un pasaje del ensayo de Edmundo Chasca “El lirismo de La Vorágine, texto compilado por Monserrat Ordoñez Vila

“Al contrario dela malevolencia de la selva, el llano ha sido personificado con rasgos que captan el amor de sus criaturas humanas, quienes dicen del sol, del viento y de la tempestad que son sus hermanas (p. 21). Si cuando se describe la selva las imágenes representan tormentos humanos en un medio  limitador porque es vertical (“¡tú me robaste k sueño del horizonte!”) (p. 119), las del llano celebran la pujanza de la vida e un medio libertador porque es horizontal. Dantescan y estremecedoras aquéllas, son estas homéricas y vigorosas:

Ni la mula cimarrona que manotea espantada, ni el tigre que se le monta en la nuca, ni el toro salvaje que brama recorriendo el circo apenas le clavan las banderillas, ni el manatí que siete el arpón, gastan violencia a la de aquel potro cuando recibió el primer latigazo (p.50)

ORDOÑEZ VILA, Monserrat. (1987). LA VORAÁGINE: Textos críticos ( Compilación), 1ª Ed, Alianza Editorial Colombiana,  Bogotá. p. 245 - 246.


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