Agrego la siguiente nota que llama
la atención porque son argumentos de quien logra expresar algunos percepciones
y apreciaciones de la grandeza que se evidencia en la novela del vate por su
lenguaje, porque encuentra en el lenguaje y la narración algo esencial como es el ritmo vital, el tono vigoroso que
es difícil mantener a lo largo de una novela y solo pueden lograrlo los grandes
como nuestro novelista. Transcribo un pasaje del ensayo de Edmundo Chasca “El
lirismo de La Vorágine, texto compilado por Monserrat Ordoñez Vila
“Al contrario dela malevolencia de
la selva, el llano ha sido personificado con rasgos que captan el amor de sus
criaturas humanas, quienes dicen del sol, del viento y de la tempestad que son
sus hermanas (p. 21). Si cuando se describe la selva las imágenes representan
tormentos humanos en un medio limitador
porque es vertical (“¡tú me robaste k sueño del horizonte!”) (p. 119), las del
llano celebran la pujanza de la vida e un medio libertador porque es horizontal.
Dantescan y estremecedoras aquéllas, son estas homéricas y vigorosas:
Ni la mula cimarrona que manotea
espantada, ni el tigre que se le monta en la nuca, ni el toro salvaje que brama
recorriendo el circo apenas le clavan las banderillas, ni el manatí que siete
el arpón, gastan violencia a la de aquel potro cuando recibió el primer
latigazo (p.50)
ORDOÑEZ VILA, Monserrat. (1987). LA
VORAÁGINE: Textos críticos ( Compilación), 1ª Ed, Alianza Editorial Colombiana,
Bogotá. p. 245 - 246.