sábado, 14 de noviembre de 2009

COLUMNA SEMANAL

TEMAS DE ANALISIS

El Muro de Berlín, Veinte Años Después.

(Por Santiago Villarreal Cuellar)

 

Con poco entusiasmo y mucho menos presencia de público, se celebraron en la ciudad de Berlín el pasado lunes 09 de noviembre, los veinte años de la caída del muro de la vergüenza, considerado en su época por los países occidentales también como el muro de la ignominia. A la ceremonia, bastante fría por la lluvia, solo asistió la canciller alemana Ángela Merkel, y de los personajes históricos no acudieron sino Mijaíl Gorbachov, ex presidente de la antigua Unión Soviética y el ex presidente polaco Lech Walesa. Hicieron falta otros protagonistas que aun viven, como la señora Margaret Thatcher, ex primera ministra de Gran Bretaña, quien hoy sufre de demencia senil, y Helmut Kohl, ex canciller alemán, hoy enfermo y retirado de la vida pública debido a los escándalos por corrupción. 

Con la caída, o mejor, la demolición de este muro que separaba a la histórica ciudad alemana, se comenzó a desmoronar lo que se llamó en su momento la cortina de hierro, y surgió (sobre todo en los jóvenes) una esperanza de un nuevo mundo. Pero veinte años después, todo ha sido una vana esperanza.

Hoy, los antiguos países comunistas que le apostaron a la democracia y introdujeron en sus economías el modelo neo-liberal, se encuentran mas pobres que hace veinte años. En capitales como Moscú, Budapest, Sofía, Varsovia, por mencionar algunas, se encuentran cantidades de ancianos indigentes, personas de todas las edades buscando empleo, sin servicios médicos gratuitos como era antes y una cantidad de migrantes que nada tiene que envidiarle América Latina. Quizá muchos ciudadanos de esas naciones, añoran aquellos años cuando tenían acceso a los servicios de salud, educación y seguridad alimentaria completamente gratis. Pero el hambre y la desocupación que hoy viven, es gracias a la libertad y al modelo económico desarrollista, el cual exige ciertos sacrificios, que es preciso que los menos afortunados tengan que pagar a cambio.

Pero después de veinte años del derrumbamiento del muro maldito, se creía que nunca más se construirían más muros  de la vergüenza y sin embargo en Israel se está levantado uno mucho más largo que el de Berlín. Solo que este es para atajar a los palestinos (tildados hoy como terroristas por el gobierno israelí) y evitar que se pasen a los territorios ocupados, lo que lo coloca entre los muros que no son malos, ni condenables.

Tampoco es malo el muro más largo del mundo. Es decir el que se construyó en la frontera entre Estados Unidos y México, obra magistral del señor George W. Bushc. Este por supuesto es mucho menos malo, porque se trata de un muro que impide que mexicanos y el resto de esa turba latina que pretende colarse a los Estados Unidos, en busca de empleo, logre tan innobles objetivos.

Mucho menos malo y oprobioso, es otro muro que se construyó hace más de un año en la ciudad de Buenos Aires Argentina, por parte del alcalde, del cual pocos tienen noticia. Este cumple propósitos mucho más nobles que los anteriores, pues se trata de separar un barrio de clase alta de un barrio periférico habitado por desarrapados, pobres y mugrientos, que ofenden  a las familias decentes cuando se pasan a sus territorios.

Y el que actualmente se está construyendo en la ciudad de Río de Janeiro en el Brasil, ese sí que es necesario, porque cumplirá la misión de impedir que los habitantes de las favelas (negros, ladrones, pandilleros y asesinos), como los han estigmatizado, se pasen a los lugares donde se llevaran a cabo los Juegos Olímpicos, próximos a celebrarse.

Ninguno de estos muros es malo, ni mucho menos es condenado por la llamada comunidad internacional, que por tantos años condenó el muro de Berlín, como lo condené yo, porque nunca estuve de acuerdo, ni lo estoy con ninguna clase de muros o barreras que violen el derecho fundamental a la libre circulación.

Pero los muros de ahora, se construyen es para resguardar a los países ricos o familias ricas de las turbas pobretonas que afean y colocan en peligro la honra, bienes y dignidad de la "gente de bien."Que ironía.          

Pitalito, noviembre 14 de 2009.

 

 

 

 

   



Invite your mail contacts to join your friends list with Windows Live Spaces. It's easy! Try it!

lunes, 9 de noviembre de 2009

El Desertor ( cuento)


Tres días llevaba caminando el desertor, cuando se encontró parado frente a la carretera principal de su viejo municipio. Reconoció los ligeros cambios que la distancia y la ausencia habían guardado para él; notó el color brillante de las campanas de la iglesia y el color púrpura de los altares, lo estremeció la notable grandeza de los árboles que conoció vástagos no más altos que un arbusto, y lo entristeció las cicatrices de la edad y la desolación en los rostros conocidos. “el tiempo ha pasado” pensó con tristeza, mientras saboreaba en su lengua la amargura de lo irremediable. Camino desorientado durante algunas horas, como si olvidase la dirección de su propia casa. Una sobredosis de emociones y sensaciones agobiaron su cabeza robándole lágrimas ocasionales que expulsó de sus mejillas con orgullo militar. Recordó a su madre, a su familia, a su novia y a sus amigos. Recordó la ocasión en la que lo arrojaron a la fuerza en un camión de forraje oscuro, destino a la guarnición más cercana que nunca antes había visitado y que en el peor de los momentos nunca creyó poder abandonar. Fue un sábado de octubre,  mientras mercaba con su hermana menor. Como criminal, y advertido por la regularidad de los reclutamientos,  trató de escabullirse entre la multitud, mientras era perseguido por dos oficiales armados. Fallidamente suplicó la ayuda del párroco del pueblo, quien lo arrojó a la calle justo cuando los soldados, fastidiados por la persecución, decidían retirarse

 

— ¡Hay que defender la patria!—sentenció el sacerdote, al tiempo que lo despedía bendiciendo su rostro desgraciado con la mano derecha. Aquella frase le resultó surrealista y ajena, y se repitió en su cabeza miles de veces mientras los soldados lo llevaban a la fuerza al camión de los recién reclutados.

 

Reconoció a otros adolescentes asustados y desolados como él. Notó rápidamente la pesadez y el pesimismo en las miradas, y así comprendió lo irremediable de su destino; creyó, durante algún instante, que nunca regresaría. Tal vez esa prematura sentencia era lo que mas pesaba sobre sus ojos impresionados e incrédulos. Durante un segundo, supuso que había muerto, y que solo vivía una alucinación incomprensible. Fue la misma sensación que sintió el primer día de cautiverio militar; la irrealidad le poseía. Los hombres le hablaron insultándole y humillándole en vano; todas las imágenes parecían interpuestas contra sus ojos, como pertenecientes a otra vida. Se burlo sarcásticamente de su propia suerte. Estuvo encerrado durante más de dos semanas en el calabozo pues creían su locura una falacia. Aquel tiempo le sirvió para reflexionar. La historia lo oprimía. No comprendía nada. La guerra había convertido la cotidianidad colectiva en un reguero de situaciones sin significado, y su cerebro no podía organizar los acontecimientos. Solo quería devolverse a casa, y aislarse de los discursos desgastados que lo exigían comportarse como un héroe. El día anterior había discutido con su madre, por algún dilema casero. Dos semanas atrás  había comprado una bicicleta nueva, que se había hecho de otro sin que él la usase lo suficiente. Ahora yace preso, bajo el cargo de locura, pero las amonestaciones, las humillaciones y el frío lo embriagaron de resignación. Fue incapaz de resignarse sin alimentar su espíritu con la esperanza de la fuga. Durante meses, no tuvo otra cosa en la cabeza. No bastó su silencio, o su obediencia para que los militares al mando confiaran en su cordura; para prevenir lapsos de demencia, se cuidaron de entregarle un arma, y lo arrojaron a los servicios de manutención. Pero el frente principal fue victima de un asalto mortal, y pocos sobrevivieron. La carnicería avanzaba y pronto, hombres con él tuvieron que verse en la primera línea de asalto. Bajo el escenario del fuego y de la muerte, del mismo modo el desertor rechazo la realidad de su situación, refugiándose en un obediente mecanicismo que no duró demasiado. Dicen que perdió la razón justo cuando escuchó de nuevo el estruendo del fusil. Su reacción fue confusa e inexplicable; lejos de huir, atacó sin ningún tipo de temor o reserva por su vida. Se arrojó al fuego enemigo como un desequilibrado y  luego de asesinar a varios hombres cayó herido, llorando en silencio, hasta desmayarse en medio de otros muertos. Unos enfermeros lo rescataron de la fiebre, y ya resguardado y curado, escapó sin rumbo fijo durante la noche. Un camión de comestibles lo arrastró hasta su pueblo natal. Durante el viaje se juró a si mismo estar atento, pero innumerables veces se quedó dormido.

 

Ahora ha regresado, y solo hasta que ve la silueta de los tejados y escucha el ladrido de los perros siente que su alma toca la tranquilidad. Siente vértigo por esa sensación de abandono, en donde la realidad por fin le es cercana y definible. Sus pies caminan autómatas hacia su casa. Los ancianos le saludan con la simpatía de antaño; de no ser por sus rostros un poco más desgastados y rendidos, supondría que el tiempo no ha pasado. El barrio que lo vio crecer se erguía frente a él, con las carreteras destrozadas y sin pavimento, las casas en ladrillo y sus tejados metálicos y ruidosos. Al fondo una cancha que fútbol que permanece vacía desde el principio mismo de la guerra. Un silencio anormal e insoportable que lo devora todo. El silencio de la ausencia y de la muerte. Esta es la imagen que su imaginación reprodujo cuando le hablaron de patria.

 

 

Al fondo, estaba su casa, casi idéntica a lo que se guardaba en sus recuerdos. La observó todo el camino tratando de limitar las lágrimas, tratando de guardarlas para el esperado encuentro  con su madre.

 

Se paró frente a la puerta y levantó la mano dispuesto a golpear. La emoción lo consume, pero decide aceptar que las lagrimas corran libremente; respira, y alarga la mirada  a su alrededor. Algunas personas le observan con curiosidad. Todas, ancianas o demasiado infantes, le observan como a una figura extraña que la falta de costumbre hace sorpresiva. Ser observado no le importa, por que en aquellas paredes fue un niño, y nada interrumpió su libertad hasta entonces. Ninguna circunstancia, durante su larga estancia aquí se interpuso entre él y su cariño, entre su madre el amor, el resentimiento o la alegría. Ya incapaz de soportar su opresión, grita y golpea, ambas cosas con la misma fuerza. La imagen de una madre apesumbrada y llorosa lo lastima. Quizás muerta. Quizás enferma o convaleciente. Llora. Sus lágrimas se hacen más abundantes a la vez que comprende lo inútiles que son sus llamados.

 

Nadie abre. En vano grita una y otra vez, en vano golpea la muerta de metal, que se balancea con el peso de sus manos y su angustia. La casa de su niñez esta vacía. El barrio y la familia, que un día fueron suyos, hoy ya no le pertenecen.

por : Oscar Corzo

domingo, 1 de noviembre de 2009

Encuentro de Escritores




DEL ENCUENTRO DE ESCRITORES EN PITALITO – HUILA

(19 DE OCTUBRE DE 2009)

Con motivos de la celebración de la Semana Cultural de Pitalito, denominado “X FESTIVAL CULTURAL LABOYANO”, que se realizó entre el 16 y el 25 de octubre de 2009, organizado por la Administración Municipal, la Secretaría de Educación, Cultura y Deporte, Corpoeventos y el Consejo Municipal de Cultura, el área de LITERATURA a través del Proyecto presentado por su representante el educador y escritor LEONEL RAMIREZ CERQUERA, consistente en el PRIMER ENCUENTRO DE POETAS Y ESCRITORES DEL HUILA EN PITALITO, bajo el tema “El arte de escribir como experiencia literaria”, se dio cabal cumplimiento con el recorrido por los colegios del municipio durante el día lunes 19 de octubre y por la noche en el Salón Héctor Polanía de la Cámara de Comercio. Seis fueron los escritores y poetas invitados a nivel departamental, quienes formaron cuatro Mesas de Trabajo con seis educadores y escritores laboyanos.

Estos fueron los escritores, poetas y educadores participantes: Esmir Garcés Quiacha, Carlos Alberto Célis, Betuel Bonilla Rojas, Amadeo González Triviño, Luis Ignacio Murcia y la poeta caucana Yolanda Tenorio Sánchez. Los acompañaron Santiago Villarreal, Nancy Pascuas, Myriam Castellanos y Leonel Ramírez Cerquera.

Los colegios visitados fueron: Escuela Normal Superior, Colegio Departamental, Colegio Jesús María Basto- Sede Principal Sucre, Colegio San Juan de Laboyos, Colegio Montessory, Colegio de la Presentación y Colegio José Eustasio Rivera de Bruselas. El mismo lunes 19 de octubre se presentaron todos los escritores y poetas invitados a la comunidad laboyana en el Salón Héctor Polanía de la Cámara de Comercio. Allí se llevó a cabo un acto muy especial con el Lanzamiento del libro de poemas “CRISALIDAS Y AURORAS” del Historiador Miguel Antonio Cabrera, compilación del Dr. Rubén Ordóñez Ortega.

Quiero expresarle mis agradecimientos a la Administración Municipal que dirige el Dr. Carlos Arturo Giraldo; al especialista Elmer Noriel Ordóñez, Secretario de Educación, Cultura y Deporte; a la Señora Myriam Rodríguez, Directora de CORPOEVENTOS; a la especialista Leonor Valencia Gutiérrez, Presidenta del Consejo Municipal de cultura, y a toda la comunidad educativa y en general a cuantos participaron de una u otra manera en los eventos programados.

Espero que el próximo año se continúe con estos proyectos literarios en pro de la niñez, la juventud y la comunidad laboyana.

LEONEL RAMIREZ CERQUERA

Coordinador del Encuentro.

caminodeversos@yahoo.es

Pitalito, 26 de octubre de 2009.