viernes, 14 de abril de 2017

Por Jairo Oliveros Ramirez. Recomendaciones recomendadas.


 El otro día me quedaba pensando, y, todavía me quedo pensando, en los noticieros de la televisión y las emisoras. Quien tendrá la razón en esas noticia siniestras, misteriosas y macabras. Pensando en un mundo violento, un mundo nazi, fascista.



Y uno se queda como estampado con la imagen de los hombres comunes y corrientes que padecen el riesgo de la indiferencia. Esa actitud denigrante de los gobiernos que postulan leyes para someter a los ciudadanos. Y me recuerda a Homero en la Ilíada. Vivimos en medio del conflicto, la guerra, el odio, el engaño y la mentira.



Y los sentimientos se van alimentando de imágenes. Ello no lleva a sentir que todos nos mienten y mentimos. No mienten los gobernantes, los políticos. Nos mienten los medios de comunicación. Las leyes engañan y traicionan porque se formularon para cumplir ciertas funciones para unos y otros



Los medios de comunicación despiertan un odio. Como el odio que se debe sentir con los gobernantes venezolanos. La televisión presenta ideas e imágenes que aquí y en otras partes sucede. Se puede apreciar cómo se azuza a la gente contra sus propios compatriotas. Todo eso da para pensar en ideas fascistas en la Italia de la década del 30 del siglo XX como apunta Angelo Tasca. Disfrazan la realidad y las noticias, presentan lo evidente; les falta mostrar las causas que originan los conflictos, el desastre.



Y eso me recuerda a los gobernantes belgas, holandeses, a los ingleses, a los norteamericanos, a los alemanes. Van por el mundo sembrando desolación, miseria. Así lo presentan las grandes corporaciones de la información que pertenecen a esos países. Es decir un mundo de buenos y de malvados



Nos mentimos con las mentiras de los demás. Creemos en las mentiras de los gobernantes, políticos y medios de comunicación. Creemos en las leyes que otros fabricaron para nosotros



Ninguno quiere perder, todos quieren obtener ventajas, ganancias como sea, así sea asesinando a las comunidades, el medio ambiente; contaminando los ríos. Las multinacionales son los dueños del mercado deportivo, de alimentos, de automotores, de la educación; destruyen todo aquello que encuentren en su camino



Hoy solo noticias, reportajes o crónicas u opiniones como esta, y el mundo sigue su propio camino porque los hombres son un peligro para los hombres. Se sigue asesinando, se somete a los países, a los hombres a la sociedad en nombre de la democracia, el progreso, la civilización nos recuerda Eduardo Galeano



Entonces recuerdo que se bombardea Siria. Antes se hizo en Bosnia, luego en Libia, en Túnez, en Argelia, en Egipto. Si un país no acepta las condiciones que impone las multinacionales con el apoyo de la ONU o la OEA al país se le tilda de terrorista, narcotraficante. Y mucho antes los malos eran los países llamados de la cortina de hierro, los comunistas. Cuando eso se  acabó apareció del terrorismo. El terrorismo es invento de los países que ejercen el terrorismo



Bombardear Alepo consiste en borrar la memoria de una cultura. De la misma manera que en la guerra de Troya o como lo presenta Shakespeare en Hamlet. Los gobiernos europeos como los mencionados se especializan con la idea de borrar otras culturas. Siempre han mostrada esa persecución despiadada contra los países de oriente medio. Contra aquellos que se presenten en su camino para exigir respeto por la vida cuando los invasores no respetan la vida.



Los estados como Colombia ya no pertenece a los colombianos, los estados pertenecen a las multinacionales, las multinacionales deciden el desarrollo de los pueblos, el futuro de la humanidad.

Eso es fascismo, un mundo nazi. El mundo se volvió nazi. La protesta se ve, se hace ver mal. A quienes protestan se les tilda de terroristas porque exigen sus derechos. Derecho a una vida digna, derecho al agua potable, a  vivienda, a una salud digna. La guerra se ve como dignificante, como película entre buenos y malos, donde los malos son los africanos. Los asiáticos y los latinoamericanos. Hasta nosotros que nos sentimos agredidos con nuestra agresión.