Por Santiago Villarreal Cuéllar
Hace treinta años, bañarse en el río Guarapas era hasta peligroso. Su enorme caudal de aguas frías color turquesa, formaba grandes remolinos en las curvas de su lecho. Se veían hondos, tornándose oscuros. Inspiraban miedo hasta los mejores nadadores. Existían muchas leyendas orales de los muchachos. Decían que era un río traicionero y se debía tener cuidado al bañarse. Recordamos con nostalgia algunos charcos. "La vuelta al tren," "Cachingos," "Tasajeras," el de "La Honda." Estaban ubicados muy cerca del área urbana de la ciudad de Pitalito. Pero se encontraban a lo largo de su curso en otras veredas de Pitalito y del municipio de Palestina. Sus abundantes aguas no estaban tan contaminadas como hoy. La densidad poblacional de Palestina no era tan numerosa. Tampoco lo era la de de Pitalito. Los bosques a la orilla de su curso, compuestos de especies nativas en la parte alta de las estribaciones del Macizo Colombiano, eran abundantes. En el Valle de Laboyos estaba bellamente adornado de bambú (guadua) y cachimbos cuyas flores color zapote caían en sus aguas. Parecían rendirle tributo y sus pétalos eran arrastrados lentamente en una suave caricia natural.
Ver el Guarapas hoy, no solo produce tristeza, sino que nos llama a salir en su ayuda. Sus niveles de contaminación son alarmantes. Su caudal ha disminuido un sesenta por ciento. El color marrón de sus aguas nos recuerda el pus de un tumor abcesado. Este emblemático río, símbolo del Valle de Laboyos, se encuentra agonizante. Desde el mismo lugar donde se origina comienza a ser contaminado. Desechos de heces humanas, aguas residuales sin ningún tratamiento. Residuos químicos originados por fertilizantes sintéticos, herbicidas, fungicidas e insecticidas, utilizados en los sembradíos de café y otros cultivos. Los desechos de la pulpa y fermentación del beneficio del grano de café, es terriblemente contaminante. A eso se suma la deforestación a lo largo de su curso. Y ni que decir de la explotación de su lecho y riveras, extrayendo material de playa. Es el ocaso del río Guarapas.
La fauna nativa de sus aguas está prácticamente extinguida. Las especies del pequeño bagre (gullumbo) sardinas y cangrejos es prácticamente inexistente. Sobreviven algunas especies de tilapias, mojarra y cacháma, que no son nativas. Son especies escapadas de lagos artificiales y su presencia en el río causa depredación a las otras. Una gran colcha de hongos, originados a consecuencia de la mescla de residuos químicos, pone en serio peligro la poca vida que aun subsiste. El olor de sus aguas es desagradable y bañarse es insalubre.
Pero no podemos sentarnos a llorar. Toda la ciudadanía, sociedad civil, entes gubernamentales y organizaciones no gubernamentales, estamos llamados a declarar la urgencia manifiesta. Debemos rescatar el río Guarapas. Sería bueno escuchar y observar los programas de gobierno de candidatas y candidatos a alcaldías, gobernación, concejos y asamblea. ¿Qué saben y qué proponen para rescatar el río de una muerte segura? ¿Qué estudios y planes de contingencia a mediano y largo plazo tiene la CAM? ¿Y el flamante ministerio del Medio Ambiente? La Federación Nacional de Cafeteros, tiene una gran responsabilidad con sus socios, los cultivadores de café de esta región. Pero ante todo la comunidad que habitamos esta amplia región del Macizo Colombiano. Estamos todos llamados a tomar conciencia y colocar nuestro grano de arena para salvar nuestro río. No es tarea fácil, pero tampoco es imposible. Es una necesidad porque al extinguirse el río, nuestra propia vida y la de nuestros descendientes, está en peligro.
SANTIAGO VILLARREAL CUELLAR
http://nuevaera66.blogspot.com/
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