lunes, 13 de octubre de 2014

Por Jairo Oliveros Ramírez. Así se pierde


Hay días como  hoy cuando la vida se ahoga en un desastre. Del vientre brotan naufragios, espantos y cataclismos; se siente que la vida se derrumba, que no hay esperanza. Es algo que brota desde el fondo del cuerpo. Uno siente que no tiene caso la vida. Todo se acaba en un instante doloroso. La vida es un ir y venir. ¿Cómo harán muchas personas para vivir felices, para sentir alegría, felicidad?
La melancolía es un dolor de vida, es una ausencia, un olvido de uno mismo. Me siento sin mi, me falta el otro para que pueda fortalecerme. La vida se deshidrata, a la vida le falta vida. Los sueños no tienen imágenes, el aire no tiene sabor, ni el aroma tiene viento para navegar. Así pasa con la vida, no tiene la fuerza del viento, el sabor del aroma, los colores del viento y el agua. Y, la vida está ahí para seguir navegando o para naufragar. La vida entre vivir y padecer. Pero llegan momentos que se sienten en el estómago y que sacan la tristeza, la angustia, la zozobra y la soledad como si la vida fuera eso, solo eso

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