Este fue un sábado particularmente tranquilo. Que recuerde, discutimos la finalidad de la educación, hablamos del disenso y el consenso, y del problema de la excesiva linealidad en el pensamiento colombiano. De nuevo empezamos a buscar causas y consecuencias en todos los dilemas del país; buscando el porque de los problemas educativos, buscándole ese eterno porque que hace a todos inocentes y siempre justifica las atrocidades. Ese porque que hace a los monstruos victimas de las circunstancias. Compartimos un texto de Saramago que hablaba de la disputa entre David y Goliat, disputa que tiene una expresión contemporánea en la guerra a muerte entre palestinos e israelíes. Fue una conversación amena al sabor de un café fuerte, y de algunas roscas de maíz.
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