sábado, 20 de marzo de 2010

COLUMNA SEMANAL

TEMAS DE ANALISIS

 

¿Quién será el próximo presidente de los colombianos?

(Por Santiago Villarreal Cuellar)

 

Despejado el fantasma de la reelección del presidente Uribe, que desveló a millones de colombianos, pero que también entristeció a otros millones cuando conocieron el fallo de la Corte Constitucional que le negó la posibilidad de un segundo mandato, se abrió un nuevo panorama en el ajedrez político que brinda las posibilidades para que el elector pueda escoger entre el amplio abanico de candidatos a suceder al  primer magistrado de la nación.

Finalizado el certamen electoral del pasado catorce de marzo, en el que triunfó la abstención y se repitieron toda clase de negocios turbios para atraer al elector a base de promesas de puestos, contratos, repartija de toda clase de elementos, desde dinero en efectivo, pasando por el tradicional bulto de cemento, tejas de cinc, boletas para participar en rifas de motocicletas, hasta cualquier bagatela, colocando esta falsa democracia entre las más corruptas de cualquier república bananera. El voto de opinión, el voto a conciencia, ese voto sagrado que es el ideal de una verdadera democracia, fue realmente mínimo. De todos modos ese día se decidió la suerte de los candidatos presidenciales de los partidos Verde y Conservador.

Es difícil precisar si el partido de la U mantendrá su unidad, o por el contrario la mayoría de senadores y representantes electos por ese partido, unos liberales, otros conservadores, aprovechen la falta del astro que los atraía (Uribe) y como fieles y oportunistas satélites ante la coyuntura estratégica política del momento, regresen a sus toldas maternas en busca del poder propio y no prestado. Si esto último ocurre, no hay duda que las expectativas de Juan Manuel Santos, de ser presidente, se marchitaran pues quienes mueven esa poderosa maquinaria electoral en las regiones son los parlamentarios de ambas cámaras, por lo que él solo no podrá convencer al elector. Sin embargo si se mantiene unido ese movimiento político, puede ser Santos el nuevo presidente.

Tiene muy buenas posibilidades de ir a una segunda vuelta el ex alcalde de Bogotá Antánas Mokus, quien logró recoger una buena franja de ese electorado de opinión, lo que lo perfila a mi juicio entre los presidenciables.         

La candidata Noemí Sanín, esta vez representando al partido Conservador, puede estar llegando a una segunda vuelta debido a la alta votación que ese partido obtuvo en los pasados comicios, pero no la veo presidenciable si tenemos en cuenta que Colombia es uno de los países que aun posee una de las culturas más machistas de latino-América, incluso entre su mismo género femenino. A esto hay que añadir que existe la posibilidad de que se una a la candidatura de Santos, antes de la primera vuelta del treinta de mayo, lo que le despejaría el camino al ex presidente Pastrana, de ser el candidato presidencial de los conservadores y no hay duda que sería presidenciable. Por supuesto, esta vez su programa no incluirá zona de despeje. A la secretaria de Estado de los Estados Unidos, la señora Clinton, le agrada mucho la idea de que Pastrana vuelva a ser presidente de los colombianos para que continúe con el Plan Colombia, ahora con bases militares de ese país en nuestro territorio.

Por su parte los candidatos Rafael Pardo, Germán Vargas Lleras, Sergio Fajardo y Gustavo Petro, no les veo mayores posibilidades de llegar a una segunda vuelta, teniendo en cuenta que uno de los mejores programas de gobierno lo proclama el señor Petro, quien empieza a despertar muchas simpatías entre los sectores progresistas de diferentes partidos y sectores de opinión, lo mismo que en los grupos para-militares ahora llamados "emergentes" y del narcotráfico. Pero de llegar este a la segunda vuelta, no le será fácil enfrentarse a cualquiera que sea su contendor, porque le sacaran a relucir su pasado como militante guerrillero y eso atemoriza a la mayoría de colombianos.

Se debe de tener en cuenta también, qué candidato presidencial recibirá la adhesión del nuevo partido llamado PIN, que colocó una voluminosa votación y nada menos que la no despreciable suma de ocho senadores y un buen número de representantes, todos cuestionados por sus vínculos con aquellos parlamentarios presos por la para-política y financiados con dineros de dudosa procedencia. Será una verdadera papa caliente para el candidato presidencial que los reciba en su seno, porque lo más seguro es que lo colocará en el ojo del huracán. Pero de igual manera, no recibir semejante potencial electoral y financiero, podría restar votos a cualquiera de los diferentes candidatos en un momento en que nada ni a nadie se debe despreciar.

Al fin de cuentas en la política sucia que se practica en Colombia, todo se vale y si votan cientos de miles de muertos, cuyas cedulas siguen en manos de electores anónimos, porqué no le han de aceptar los votos a los "vivos" del PIN, incluyendo dinero, bandas "emergentes" y todo lo demás. 

Pitalito, marzo 20 de 2010.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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jueves, 18 de marzo de 2010

historia tradicional del norte


El feliz evento.

Cuando denunciaron que el acueducto era contaminado los fluidos de descomposición del cementerio, la junta de San Bartolomé decidió unánimemente quemar a los muertos. Numerosas fueron las protestas, aduciendo orígenes paganos de la cremación e impiedad, pero la decisión, por principio sanitario, fue aceptada por el consejo y el alcalde. Viejos y nuevos cuerpos fueron quemados una tarde de febrero, a la tenue luz del nublado sol. Todos expidieron un olor dulzón que aterró los estómagos hambrientos., pero este aroma termino desvaneciéndose, adentrándose en los bosques y atrayendo a los lobos y a las hienas, que por un instante, se sintieron fascinados por el olor de carne humana adobada por el fuego. Se adentraron aquellas fieras en la ciudad, hambrientos, y para su decepción solo encontraron carne cálida, pero viva. En jauría, guardados por la noche, comieron, asesinaron, destruyeron un pueblo, pero sintieron amargas las tripas por la decepción.

No era para menos. Estuvieron a punto de conocer el exquisito sabor de la carne cocinada y la venganza, juntas y unidas, a un mordisco de distancia.

Autor: Oscar Corzo

Historia sin moraleja.


 

Metodología del Abandono.

Don Arsenio me trae sutiles recuerdos.  La mano temblorosa y la carne quemada son símbolos de su existencia.  Su vida fue una desgracia, como la de todos.  Pero el tuvo el desgano, y el desprecio que pocas personas han merecido. Por eso lo recuerdo con nostalgia, con un pesar distante, carente de compromiso.  Ahora  que esta muerto la repugnancia le da algo de aire a  la  compasión e inclusive lamento su muerte.

Don Arsenio era un viejo  arrugado, cabizbajo, nervioso,  de mirada tímida, actitud sospechosa y modales silenciosos. En el barrio era un prestamista moderado, extremadamente avaro, que no perdía oportunidad para granjearse un deudor. Creo que lo conocí desde siempre, pues mi mama solía pedirle constantemente dinero prestado.  A veces venia aquí por una taza de café,  y aprovechaba para cenar a cuestas de nosotros.  Otras veces reunía monedas de la más baja denominación y venia aquí por un cigarrillo. Cuando pasaba el dinero, sus manos temblaban.

— ¿si le duele tanto gastar la plata, por que no deja de fumar? — Solía decirle mi madre.

Y el respondía con un gesto de reproche, mientras su rostro, siempre nervioso, se adentraba en la paz de la nicotina. Su olor  era el de un sudor rancio, incisivo. Yo no soportaba estar a su lado, y mi madre desconfiaba de su efusividad por los niños. Jamás se había casado. Algunos lo juzgaban homosexual y otros un pedófilo. Pero nadie decía nada, pues todos, de algún modo, debían su dinero, y el dinero en aquel lugar estaba siempre por encima de todo.

Un día, armado de una escalera, cableado de fibra y pinzas, decidió robar  televisión por cable,  pues no tenía intenciones de pagarla. A duras penas y  gastaba dinero en comida. El suyo era un televisor viejo, que jamás vi encendido.  Aquella noche, los vecinos afirmaron que perdió su acostumbrada timidez y se comportó como un gato callejero en el tejado frente a su casa. Por primera vez temerario, por primera vez loco, no tuvo reparo en colgarse, romper, pero cometió un error de cálculo y  al pinchar los cables estrelló su cuerpo contra las cuerdas de energía eléctrica y dejó al barrio entero sin electricidad.  Nadie dijo nada por que todos le debían dinero. Incluso la policía omitió el respectivo procedimiento. Don Arsecio no sufrió ninguna quemadura, porque no tenía contacto con el suelo. Pero en su mirada se reconocía el gesto inevitable de quien no ha aprendido la lección.

Así que al día siguiente intentó de nuevo su “crimen inocente”, como lo calificó el comisario municipal de policía.  Esta vez consiguió una escalera mas segura, que  ató a las cuerdas que creyó  desconectadas.  Se equivocaba. Ya arriba, accidentalmente, toco una, y la energía lo arrojó  contra el vacio, mientras su cuello estaba enredado en el cable de la televisión.  Murió ahorcado.

Lo extraño es verlo ahí (recordarlo)  mientras el pueblo entero  ignoraba su muerte, su descomposición, la dulzura de su carne putrefacta, que bajaron varios días después, asqueados por la hinchazón y los gallinazos.  Lo quemaron, liberados, en el centro del pueblo. Este fue el más inocente de los homicidios. Utilizaron para encenderle fuego, miles de letras, contratos de deuda.

Era tanto dinero, que el fuego duró toda la noche...

miércoles, 3 de marzo de 2010

cuento.


 Autor: Enrique Anderson Imbert



El niño empezó a treparse por el corpachón de su padre, que estaba amodorrado en la butaca, en medio de la gran siesta, en medio del gran patio. Al sentirlo, el padre, sin abrir los ojos y sotorriéndose, se puso todo duro para ofrecer al juego del hijo una solidez de montaña. Y el niño lo fue escalando: se apoyaba en las estribaciones de las piernas, en el talud del pecho, en los brazos, en los hombros, inmóviles como rocas. Cuando llegó a la cima nevada de la cabeza, el niño no vio a nadie.

-¡Papá, papá! -llamó a punto de llorar.

Un viento frío soplaba allá en lo alto, y el niño, hundido en la nieve, quería caminar y no podía.

-¡Papá, papá!

El niño se echó a llorar, solo sobre el desolado pico de la montaña.