Como si algo importara (poema)
No hay razones para levantarse
Cuando nada importa.
Ni siquiera cerrar la puerta;
Ni siquiera ahuyentar la soledad
Que anida en estas páginas.
Las horas entran en silencio,
Y luego huyen de hastío
Arrojándose por la ventana.
Un desastre camina por mi cuarto;
Vomitando escritos magullados
Y arrojando canciones horribles.
Que despellejan el aire.
Pero ya sabes; nada importa,
Y con el tiempo te acostumbras
A tantas cuestiones carentes de tacto.
Luego, incluso olvidas
esos fantasmas marchitos
Que arruinan los parpados
De las flores boreales.
Ni siquiera importa que mi vida se aleje
Y que desde la distancia me grite
Obscenas trivialidades.
Si al menos algo de veneno
Naciera de mis glándulas salivales…
Las ausencias serian llevaderas
Si algo diferente al silencio
Emergiera de mis labios.
Sonreiría cultivando fracasos.
Hablaría con el mundo imaginario
De mis incorruptibles alucinaciones.
Me mataría como lo hacen otros,
Con los ojos rojos
Y la frente en alto.
Escribiría religiones,
Tragedias ridículas
Y degollaría a los gobiernos.
¡Pero todo ahora parece tan ridículo!
Si algo (o alguien) importara
Todo (tal vez) seria diferente.
Piensa en un mundo sin cafeína.
Piensa en los hombres condenados a arropar sus ojos
Cada vez que a Morfeo le venga la gana.
Piensa en los sueños indefensos, y en las actrices felices que no
Serán violadas.
Piensa en los amaneceres perdidos, en los obreros somnolientos
Y en los abuelos moribundos.
Piensa en la medianoche y en el olor amargo de la madrugada
Perdida
Piensa en los guardias dormidos y en los ladrones hambrientos.
En los policías fugitivos y en las emisoras empolvadas.
Que duro golpe para la literatura si no existiera la cafeína
Los vagos perderíamos esa sensación de dicha
Producto del sueño y del café caliente.
Perderíamos el insomnio;
Una parte indispensable de nuestra demencia colectiva
Perderíamos las ganas de ver el amanecer en la ventana.
Desde lugares diferentes y almohadas extranjeras.
Perderíamos la soledad y los sueños de la tarde.
Perderíamos la confusión de despertar cuando la noche se avecina
Perderíamos hasta la palidez
Y estaríamos condenados a servir
A un dios que desconoce la madrugada.
Estaríamos condenados a ser serviles en un sistema de soles inclementes
Jornales estrafalarios y agradecimientos frívolos.
Y ni eso tendríamos por que qué seria
De un buen trabajador sin su taza de vapor vespertino.
Olvidaríamos la luna y una tajada indecente de estrellas
Sonámbulas que nos observan morbosamente
Lo único razonable, amigo (si es que existes)
Es que no habría mundo sin café caliente.
(Este poema NO ha sido patrocinado por la federación nacional de cafeteros)
Autor; Oscar Mauricio Corzo.
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