domingo, 24 de mayo de 2009

ARTICULO PARA EL BLOG

TEMAS DE ANALISIS

 

Colombia Sigue Siendo Una República Bananera En Materia De Salud.

(Por Santiago Villarreal Cuellar.)

Hace más de diez años cuando visite la ciudad de Puerto Asís en el Departamento colombiano del Putumayo, muy cerca del Hospital central de esa localidad, tuve la oportunidad de conocer a una señora que se desempeñaba como auxiliar de la morgue de dicho centro asistencial, que en su propia vivienda, en unas pailas tiznadas, fritaba las gordanas extraídas de las entrañas de algunos difuntos asesinados, y a los cuales ella le correspondía ayudar a realizar las respectivas necropsias. Luego empacaba el aceite amarillento,  producto de la fritura, el cual  vendía en botellas a cuatro mil pesos, en esa época. ¿Para qué compraba la gente ese aceite de humano? Nada menos que dizque para frotar con dicho aceite los enfermos, y curarlos de cualquier enfermedad.

La semana pasada visité nuevamente la ciudad de Puerto Asís, y por curiosidad fui  a buscar la casa de la mencionada señora, y cual no sería mi sorpresa que me encontré con una Iglesia, donde se adora el alma de los muertos, y la señora, ya jubilada, es la Pastora de la nueva secta, en la que hace rituales de sanación los días martes y viernes, unge a los creyentes con una cruz del aceite de humano en la frente de cada uno de ellos, y hacen  fila para lograr tan milagrosa reliquia.

Pero esta clase de creencias son muy comunes a lo largo y ancho de nuestra geografía colombiana. Existen centros de sanación que dicen curar con el espíritu de San Gregorio, otros dicen curar con las piedras del cuarzo, otros aseguran sanar enfermedades solamente con imposición de las manos, encontramos curanderos que suministran a sus enfermos una pócima de la liana llamada yagué, conocida en el Brasil como añahuasca, donde han constituido sectas alrededor de esta planta. Pero también han proliferado por todas las ciudades y pueblos de nuestro país modernos centros llamados naturistas, y vegetarianos, donde venden empacados en frescos, jarabes, pastillas, tabletas, capsulas de plantas y hierbas, gaseosas en lata, papeletas con polvos que se disuelven en agua, con las que ofrecen curar todas las enfermedades, incluyendo el cáncer y el sida, que sabemos que la ciencia medica no ha descubierto, ni las causas, ni su tratamiento curativo.

Todo este comercio con la salud de nuestro pueblo, se debe a la precaria prestación del servicio sanitario de nuestro sistema, el cual fue copiado del sistema de salud que se creó en Chile en los años ochenta bajo la dictadura del general Augusto Pinochet, y que luego de su fracaso fue desmontado en los noventa por el gobierno demócrata de Patricio Alwin. Pero en Colombia, que somos dados a improvisar, después de la promulgación de la nueva Carta constitucional de 1991, donde en sus artículos 48 y 49, se consagró la salud como un derecho social, económico, y luego pasó a hacer parte de los derechos fundamentales, el cual puede ser objeto de la Acción de Tutela, se tomó el fracasado modelo chileno, y se creó la Ley 100 de l993. Dicha Ley no cumple con el objetivo constitucional de la universalización de la salud para todos los colombianos, sino que divide a nuestro pueblo en clases sociales, creando presuntos niveles, como el uno, dos y tres, a los cuales se les puede prestar un servicio sanitario, siempre y cuando el paciente contribuya con la llamada cuota moderadora, violando flagrantemente el articulo 13 de la misma Carta Magna, que consagra el derecho a la igualdad de todos los colombianos ante la Ley.

Como si esto fuera poco, la salud se le entregó a manos particulares, A.R.S., E.P.S., I.P.S.,  las cuales se quedan con los jugosos recursos que el Estado les gira para que presten este fundamental servicio, y los hospitales públicos fueron semi-privatizados,  divididos en niveles, donde los pacientes no solamente son obligados a esperar largas horas para ser atendidos, sino que adquieren otra enfermedad llamada estres.             

Esa es la razón por la que nuestra gente prefiera colocar sus asuntos de salud en manos de curanderos, brujos, embaucadores, "sanadores espirituales," ungirse con grasa humana, creyendo en toda clase de fetiches, que acudir a los científicos, y médicos titulados en universidades, que entre otras cosas, más de uno también han caído en las creencias populares.

Pitalito, mayo 26 de 2009.

santi66@hotmail.es 

 



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