Por JAIRO OLIVEROS RAMÍREZ
Unos sorbos de lecturas
La poesía es la belleza que crea, que inventa el poeta con el
lenguaje, con la palabra. La poesía son cantos a la vida, al dolor, a la
tristeza y a la alegría; son cantos de ilusiones y desilusiones: la poesía
canta aquellas pasiones que los poetas descubren en los comportamientos
humanos; en las necesidades de los hombres y mujeres. La poesía es un canto al
espíritu de la naturaleza que los lectores perciben a través del lenguaje. El
lenguaje crea belleza con la palabra que el poeta utiliza de manera acertada,
precisa. Digamos que el poeta, la palabra y la poesía condensan las emociones, las vivencias y
pasiones de los seres humanos. De la gran poesía podemos mostrar una de la gran poeta nicaragüense Gioconda Belli
en este poema que se titula
Quiero morder tu carne,
salada y fuerte, empezar por tus brazos hermosos
como ramas de ceibo
seguir por ese pecho con que sueñan mis sueños
ese pecho cueva donde se esconde mi cabeza
hurgando la ternura,
ese pecho que suena a tambores y vida continuada.
Y, por supuesto, aparecen otros poemas con ritmos
que el lector va descifrando y buscando en el fondo de sus emociones como el
que se aprecia a continuación.
YA VAN MESES HIJITA
Ya van meses, hijita
Que no te veo.
Meses en que mi calor
No ha arrullado su sueño
…………………………
¿Cómo explicarte que te estamos haciendo un país
nuevo?
Y la manera
como va formando concepciones, como va construyendo mundos posibles para el
encuentro de género
EL HOMBRE QUE ME AME.
el hombre que me ame
deberá amar al pueblo
no como una abstracta palabra
sacada de la manga,
sino como algo real, concreto,
ante quien rendir homenaje con acciones
y dar la vida si es necesario.
Ese es el lenguaje que permite descubrir la belleza del lenguaje, la belleza de la poesía. Una poesía para agregar a la vida, porque ella es como expresa Pablo Neruda el “dulce jacinto azul torcido sobre mi alma”; poesía que es vida continuada que se desliza entre los dedos y en cada suspiro para transpirar los sueños que llevamos en las manos y en los pasos de “Un aprendiz de mago” de Evelio Rosero Diago. Gozar, disfrutar y padecer con la lectura.
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