"Ahora retrocedo al tema inicial: la empresa abre sus brazos a quien necesite de recursos y quiera enaltecerse mediante el esfuerzo. Aquí hay trabajadores de muchos lugares, buenos, malos, díscolos, perezosos. Disparidad de caracterres y de costumbres, indisdciplina, amoralidad, todo eso ha encontrado en la mariquita un cómplice cómodo; porque algunos -principalmente los colombianos- cuando riñen y se golpean o padecen "el mar del árbol", se vengan de la empresa que los corrige, desacreditando a los vigilantes, a quienes achacan toda lesión, toda cicatriz, desde las picaduras de los mosquitos hasta la más parva rasgañadura"
José Eustasio Rivera: La vorágine, Bogotá, Ancora Editores, 1997, p176
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