jueves, 8 de mayo de 2014

Jairo Oliveros Ramírez: recordando a José E. Rivera


En los noventa años de ser publicada La Vorágine





Estas son algunos pasajes que llaman mucho mi atención. Me da a sensación de un hombre que pretende un mundo de reconciliación entre el ser humano y el medio. Pero aquí se manifiesta ese espíritu del ser humano por abarcar todo, tal vez por eso sueña con ese mundo que pretendemos.
“Hasta tuve deseos de confinarme para siempre en esas llanuras fascinadoras, viviendo con Alicia en una casa risueña, que levantaría con mis propias manos a la orilla de un caño de aguas opacas, o en cualquiera de aquellas colinas minúsculas y verdes donde hay un pozo glauco al lado de una palmera. Allí de tarde se congregarían los ganados, y yo, fumando en el umbral, como un patriarca primitivo de pecho suavizado por la melancolía de los paisajes, vería las puestas de sol en el horizonte remoto donde nace la noche; y libre ya de las vanas aspiraciones, del engaño de los triunfos efímeros, limitaría mis anhelos a cuidar de la zona que abarcaran mis ojos, al goce de las faenas campesinas, a mi consonancia con la soledad”

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