Tertulia Literaria La Embarrada
Pitalito, Sábado 23 de agosto de 2008
Palabras en el umbral, por Jairo Oliveros Ramírez.
No me gusta ponerme a redactar memorias o actas de reuniones con relación a la tertulia de los sábados. Esta la realizo por asignación, es decir ahora si me tocaba.
Y digamos que este sábado la tertulia se inicia en el Hotel Cálamo para escuchar las posturas – aspiraciones presidenciales de Rafael Pardo Rueda. Fue una reunión como las políticas, para los políticos, para aquellos que buscan algunas prebendas. Además, empezó tarde, como siempre, haciendo esperar a la gente porque nos gusta esperar para que se nos dé aquello que nos corresponde. Claro está que para la gente es como agradable esperar, gozan con esa macabra esperadera; entonces, uno como que termina convencido que se espera por respeto. Y, la reunión que estaba programada para las tres de la tarde inició como a las cuatro pasadas, como decimos en Colombia, pues las cuatro pasadas son como las cuatro y diez de la tarde. Escuchar a Rafael Pardo no fue agradable, sobre todo, cuando para uno es una tortura asistir a estos eventos. Y, si fui, lo hice para escuchar esas ideas, las cuales no me pareciera deslumbrantes; más bien me parecen usuales y del mismo talante de todos aquellos que se gastan un discurso que raya con lo simple. Ideas que arrastran esa intención de simpatizar y que no apuntan a los conflictos que nos asedian año tras año. Rafael Pardo R, puede ser muy simpático con sus ideas de equidad, pero olvida, sí es que olvida, que en nuestro país nos agobia esa arrogancia del apellido, de apropiar y heredar los poderes como los cargos; su idea trata de distraernos de otros problemas que padece nuestro país como son la indiferencia, la injusticia, la corrupción en todos su ámbitos y que, además, la gente tenga que exigir sus derechos y muchas veces pelear para que se les dé. Entonces, da la impresión que nuestra burguesía, si lo es, parece que no, no han superado ni despertado de ese estela de ideas medievales que aún arrastran y que persisten en nuestro pensamiento. Si no fuera así, estaríamos en otro estadio de nuestro desarrollo. Tanto es así que nos fuimos a ver escuchar a un señor de tono como conocedor, estudioso de nuestro país y que llegó en compañía de otros que creen que poseen otra alternativa que apuntan a nuestros ideales. Pero no.
Pero bueno, dejemos a un lado esas lamentaciones y vayamos a la tertulia que ya de tertulia solo tiene el nombre. Bueno aunque sea eso y algo más: pasar la tarde charlando, sobre algo y algunas veces si queda espacio de literatura y rapidito como para decir que si leemos literatura y discutimos o analizamos. ¡Será que sí! O como dice Leonor Valencia “a pasarla rico, a comer ¡y a mi qué!”
Luego que Santiago Villarreal realizara algunas notas periodísticas, nos fuimos para la casa de Hernán Martínez y Edith Vargas, pues en casa de ellos siempre realizamos las embarradas de la tertulia, digo desarrollamos los diferentes apuntes y notas literarias, es allí donde compartimos lecturas, informes del consejo de Cultura a cargo de Leonor, quien es la Presidente del Consejo de Cultura. Cuando llegamos a la casa, notamos que en ella no estaban nuestros compañeros. Enseguida imaginamos que tal vez se habrían ido para otra parte. Se nos hizo extraño que no estuvieran si se vinieron antes que nosotros. Estábamos en una serie de conjeturas con Santiago cuando vimos aparecer un auto en al esquina calle y así no pensamos que fuera el carro de Tomas, pues en ese momento creíamos que estaban en casa de Cecilia, sin embargo, allí se percibía soledad. Es que uno llega o no a una reunión, pero sucede que la espera me causa sentimientos de zozobra. El dialoga que sosteníamos entre Santiago y yo era simultáneo con nuestros pensamientos que nos dimos cuenta que del auto que se estacionó frente a nosotros comenzaban a salir Hernán, Edith, Leonor. Y, luego los comentarios, los saludos, y, don Hernán que sigan y doña Edith que sigan. Y, como olvidar a Hernán pues en cada palabra suya emana esa sabiduría ancestral que se esconde después de tantos años, no solo vividos, también gozados, disfrutados.
Ahora, como que acierto en mis ideas y pensamientos que cada tenemos unas características, comunes, que se manifiestan en nuestros comportamientos, en nuestras actitudes, en nuestra propia voz. Tenemos ese don propio de cada persona. De todas manera estábamos completos, mejor estábamos todos. Nos sentamos, como siempre, en el comedor. Allí uno se siente seguro. Parece que nos hemos apropiado del comedor. De esa maciza y elegante mesa, que hace que uno se sienta interesante, cómodo cuando expresa sus comentarios. Nos sentamos a esperar a Leonel Ramírez Cerquera para realizarle un homenaje y brindar por sus éxitos y ahora por su futuro viaje a San Juan, Argentina; y, por su otro viaje: a Chile. El primero en septiembre y el segundo en octubre. Y, como dice Nancy “ese si ha aprovechado el tiempo. Ahí, como a las escondidas ya ha publicado sus libros”.
A esta hora, como las seis y treinta de la moche, a Leonor le preocupa que Leonel aún no haya venido, de modo que su angustia remanifiesta en sus actitudes, pues decide llamarlo a su celular. Sí, efectivamente. Leonel anda extraviado en el recuerdo de nuestros pensamientos y expectativas. A los pocos minutos de la llamada de Leonor llega Leonel. Siento que el rostro de Leonel expresa como duda e inquietud y al mismo tiempo noto que se siente raro, tal vez sea por la invitación. Ahora sí como que estamos todos. ¡Ah! falta Ivonne López. Ya que recuerdo ella pidió que la torta se la enviaran a la casa. Los demás estamos ahí. Hernán con su silencio, escuchando, como sopesando las palabras, habla de vez en cuando. Pero ahora está ayudando a doña Edith. Entre los dos apuran con actitudes pensadas para servir el vino. Ya hemos tomado el café típico de doña Edith. Ahora es el vino, que se saborea con la actitud de Leonor para destacar los logros de Leonel y el reconocimiento, que hoy, los integrantes de la Tertulia La Embarrada expresa a sus méritos, a su disciplina. Y, brindamos por ellos, por sus éxitos y por los que vienen.
Leonel parece comentar algo sobre el Encuentro de Escritores en Armenia. Ya antes nos había expresado ese interés por dedicarse a la escritura: “llego el momento de ponerme a escribir” nos dice el invitado. El ambiente se llena de armonía, de palabras que rebozan de entusiasmo, de una alegría remota que ahora se hace evidente en los rostros, en las voces. De modo que Leonel, entre palabras que van vienen, nos comenta entre otras cosas un poco de su experiencia en Armenia; como su encuentro con la directora del evento del evento Samaria Márquez Jaramillo, ganadora del Premio de Novela Iberoamericana Mario Vargas Llosa. Leonel, también, nos recuerda que el Festival se encontró con Luis Arias Manzo, Secretario General de Poetas del Mundo en Chile, a donde Leonel viajará en el mes de octubre.
A todos nos da alegría que Leonel ande en esos planes, en sus viajes por América del sur. Y ya como que es bastante tarde por que Oscar Corso, que siempre permanece al acecho de ideas y de aquello que escucha, se ha marchado. Y, aun seguimos disfrutando del exquisito vino y los comentarios que expresamos con ocasión al homenaje que se brinda a Leonel y por su viaje. Allá en el fondo del recinto alcanzo a notar a Hernán. Sintiendo ese espíritu de la comodidad que expresa con su solidaridad, con un entusiasmo acompasado con el ritmo de sus palabras y comentarios que sostiene con Santiago Villarreal relacionados con la política, economía y que en ocasiones tienden a la ironía sarcasmo marcado por el humor negro que ambos ponen a sus cometarios ocurrentes y que ocasionan sonrisas solemnes. En doña Edith hace sentir y se percibe ese pasado como un presente constante que como William Ospina, busca rescatar, preservar ideales ancestrales y que aún persisten en nuestra memoria como las mismas ideas que comparte con nosotros sobre el medio ambiente como hechos históricos Cecilia Vargas.
¡Ah¿ Leonor que da ese aire expectante y de asombro, esa peculiaridad para expresar sus ideas y sus halagos como hoy lo ha hecho con Leonel al destacar su trabajo desde la distancia y la admiración que siente por él.
Y llega el momento en que cada uno se va marchando. Nancy con la torta par Ivonne. La despedida también tiene ese tono de alegría y entusiasmo como para regresar el próximo sábado y continuar con las sesiones de la tertulia y con las lecturas de textos literarios y de escritores japoneses como Yukio Mishima, Kenzaburo Oé, Yasunari Kawabata, entre otros. De modo que es un hasta pronto como los sueños que despiertan luego del descanso. Afuera la brisa se recuesta sobre la noche.
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