El azote de las palabras por: Jairo Oliveros Ramírez.
Y las palabras quien sabe para dónde viajaran o para donde llevaran las palabras si las palabras son adecuadas para la disculpa, para la mentira, el engaño y la traición como en el famoso Caballo de Troya en la “Odisea” de Homero
De modo que cuando se escucha en la radio, la televisión, en la prensa y en ellos se habla de los niños no se sabe de cuales niños se están hablando. Se comentan de las campañas para ayudar a niños, socorrer a los niños, salvar a los niños de las sombras misteriosas del abuso económico, del abueso laboral, de la protección social, del servicio educativo para los niños. No se sabe cuales niños son los beneficiados. Cuáles serán los niños que recibirán los beneficios del Estado. No aclaran los niños de quienes. ¡Los niños de quien recibirán las ayudas y programas! Los medios de comunicación destacan a los niños que pertenecen a su clan.
Lo mismo sucede con los jóvenes cuando se habla del pueblo colombiano. Uno entiende que se refiere al pueblo colombiano porque somos colombianos, pero no a todos, sino para referirse a unos cuantos colombianos que son siempre los mismos privilegiados. Lo mismo sucede cuando dicen la gente de bien; quien sabe los demás qué son o serán. Creen que todos piensan y sienten los mismo, bueno no es así pero quieren que pensemos de la misma manera. ¿A eso se le puede llamar anarquismo del lenguaje? ¡O será que el lenguaje es anarquista! Si llegan a dar cuenta lo mandaran a desaparecer, bueno no será necesario, pues pretenden que todos piensen los mismo, sientan los mismo tal vez como lo deja entrever Aldoux Huxley en “un mundo feliz”, ¿si recuerdan la novela? L a razón de la palabra al servicio del engaño, del dolor.
Y se crean fundaciones para los niños, para todos los niños. Pues si se dicen niños, son para todos los niños. Pero resulta que unos cuantos niños son los que se sienten favorecidos, privilegiados para asistir a unas cuantas fundaciones. Todos los niños no van a todas las fundaciones. Es irónico, por no decir sarcástico, la manera como se utilizan a los niños. Y, tantas fundaciones que se encuentran por ahí y tantos niños que aún se encuentran en la calle, unos trabajando, otros mendigando un pedazo de pan, otros al acecho subsistiendo.
En la educación sucede algo parecido. Todos los niños deben estar en las escuelas y colegios, pero se observan muchos en la calles con las campañas que se realizan, que realiza el Estado. A la educación asisten muchos en condiciones precarias y otros que por sus condiciones extremadamente precarias no reciben educación. Por ley todo niño tiene que estar recibiendo educación. La educación para la niñez es obligación y los padres de familia tienen esa responsabilidad, pero esa educación obligatoria no dice para cuáles niños. Muchos niños en nuestro país día a día están buscando la manera de seguir subsistiendo, peleando la subsistencia. Y, eso que se dice que se piensan en los niños de Colombia; se privilegia a los niños, aquellos niños que pueden disfrutar de esos beneficios.
De tal manera que la palabra niño se nos volvió elitista, palabra que discrimina y que condena, que lleva al olvido, al ostracismo porque solo interesan algunos niños.
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