miércoles, 28 de enero de 2009

Comentaristas de nuestra tertulia. TEMAS DE ANÁLISIS

(Por Santiago Villarreal Cuellar)


LA TORTURA DE LAS FAMILIAS DE LOS SECUESTRADOS


Con el anuncio de las FARC a finales del año pasado de que liberaría a otros seis secuestrados, de los que ese grupo insurgente llama secuestrados políticos, continúa el drama, la incertidumbre, la esperanza, pero también la tortura sicológica que viven estas familias colombianas desde aquellos lejanos tiempos en que sus seres queridos perdieron injustamente la libertad, debido a la inoperancia y falta de garantías de un Estado, que no le garantiza la seguridad a sus ciudadanos, ni les ayuda seriamente a recuperar la libertad cuando son victimas del terrible delito del secuestro.

Y cuando los grupos alzados en armas anuncian, como en este caso, que liberará a determinadas personas, parece que tanto a la guerrilla y al gobierno nacional les complaciera continuar torturando a estas familias que tanto han sufrido. Porque uno no se explica, porqué la guerrilla continua pretendiendo que para entregar a sus rehenes tengan que mediar figuras extranjeras. No aplican por ejemplo la misma formula cuando se trata de secuestrados por extorsión económica, pues en estos casos simplemente los liberan en cualquier paraje de los espesos bosques, o de lejanas aldeas, sin solicitar comisiones internacionales. Y el señor Presidente de la república de igual manera manifiesta que no acepta intermediarios de otros países, pero después dice que sí, siempre y cuando sean de la Iglesia Católica, y los dos bandos se tiran la pelota, el uno al otro, echándose la culpa, cuando al final son las familias las que cada hora que pasa sufren la tortura de no poder ver a sus seres queridos compartir con ellos.

Las FARC atraviesan por estos días quizá los peores momentos de su historia desde que se alzaron contra el establecimiento. Ya no es esa misma guerrilla temeraria de hace diez años que protagonizó espectaculares golpes delincuenciales y publicitarios. Hoy ha perdido su capacidad operativa en gran parte de la geografía nacional, su recurso humano ya no tiene la misma moral de antes, y las gentes de los campos y ciudades de nuestro país, en su gran mayoría no los quiere ni siquiera ver, debido por supuesto a los duros golpes que han sufrido, que más que golpes militares han sido de estrategia, para lo cual no estaban preparados.
Sin embargo, les queda todavía un camino de negociación que bien podrían aprovechar, antes que terminar en las cárceles, algunos, otros extraditados a los Estados Unidos y otros muertos.

Un verdadero gesto humanitario que les traería el aplauso nacional y que sería bien visto por el gobierno, además de que la comunidad internacional les reconocería, sería que pusieran en libertad a todos los cientos de secuestrados que tienen en su poder, sin ninguna contraprestación, ni económica, ni política, lo que desembocaría sin duda en un proceso de negociación que le garantice a los miembros de esa guerrilla reingresar a la vida civil, y formar un gran movimiento político que puede ser una alternativa incluso de poder. No sin antes entregar los restos de los cientos de desaparecidos que asesinaron, reparar a las familias de las victimas, que se debe de hacer conjuntamente con la ayuda del estado, y por supuesto pagar cárcel por los delitos de lesa humanidad, que de acuerdo con el derecho internacional, no puede ser olvidado, ni perdonado.

Desde luego que le corresponde al gobierno abrir las puertas, porque no se puede pretender que la sola salida sea militar, y para ello la clase política tiene que cooperar expidiendo leyes acordes con dicho proceso, que obviamente es distinto al tratamiento que se le dio al para-militarismo, porque no es lo mismo negociar con un grupo alzado en armas que ha reclamado unos postulados políticos desde hace cincuenta años, que negociar con un grupo de sicarios a sueldo que fue creado por ganaderos, financiado por industriales, empresarios, narcotraficantes, con la abierta complacencia del Estado, cuya misión era la de derrotar a la guerrilla, que se llamó autodefensas. La misma harina no se puede guardar en el mismo costal.

Ojalá este año exista en las partes en conflicto un poco de más reflexión, civilización y entendimiento, para no seguir torturando a la población civil que es la que paga las consecuencias, especialmente en las zonas campesinas y las más pobres de este país.


SANTIAGO VILLARREAL CUELLAR

Santi66@hotmail.es

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