miércoles, 28 de enero de 2009
RETAZOS FLORECIDOS
…están hechas las muñecas de trapo con materia de recuerdos, con vestigios del trabajo humano, en los que están presentes el amor,
la muerte, el sufrimiento, el gusto o la riqueza…
Aquiles Nazoa.
Descubrir el mundo de las muñecas ha sido para mí una experiencia enriquecedora, desde la ya lejana navidad, cuando recibí como regalo una muñeca de trapo. Era creación de mi madre AURA MUÑOZ DE VARGAS, quien al no poder comprarme la que había pedido al Niño Dios, se propuso hacerme una que se acercara a mis sueños.
Cuando la encontré, debajo de mi almohada, en el amanecer de la pascua florida de aquel año, pensé que el Jesús Niño se había equivocado. Mi muñeca era tan distinta a las que exhibían en las vitrinas de los almacenes: tenían labios y mejillas color de rosa, traje blanco repulgado de alforzas y encajes, zapatos de charol y medias blancas, carita sonriente salpicada de pecas, al puro estilo Shirley Temple, la actriz infantil norteamericana de moda para la época. Desde ya se empezaba a imponer un prototipo de belleza ajeno a nuestra raza e idiosincrasia.
Pero mi muñeca de trapo, con traje verde y trencillas de colores en su amplia falda, zapatos y cabello de lana oscura, ojos saltones y labios rojos, no se acercaba al ideal de belleza rubia que se exhibía en el comercio. Quería llamarla Sonia, pero mis hermanos, la bautizaron “cara de arepa” por la redondez de su cara; lo cual aumentó mi tristeza y desilusión.
Mi madre que no cesaba de crear, continuó de manera insistente elaborándonos muñecas. Todos los diciembres, mientras fuimos niñas, las hermanas Vargas Muñoz, encontramos en la cabecera de la cama, una colorida y hermosa muñeca de trapo, como regalo de navidad. Nuestra mamá nunca claudicó ante las necesidades económicas, su capacidad artística e inventiva se impuso sobre la escasez y la moda.
En los años de mi infancia, la navidad era de todos los colores como las suaves muñecas de trapo, como nuestros paisajes. Las fiestas de diciembre, no estaban sometidas a las tendencias del rojo y el verde, impuestas por la moda de hoy.
Mi madre no sólo llenó de alegría y colorido nuestra infancia; también fue la creadora de la muñeca nacional, en concurso convocado por el Ministerio del Desarrollo Económico y Artesanías de Colombia. LA ORQUIDERA –como la llamaron- fue para ella una hija más que desde el Valle de Laboyos sigue ofreciendo a los colombianos la Catleya Triana, nuestra flor nacional.
Al iniciar mi trabajo de creación de muñecas e investigación sobre sus “vidas y origen”, descubrí que muchas madres en diferentes países mantienen esta hermosa tradición. Ellas transmiten a sus hijas, de manera casi inconsciente, una de las formas de la cultura popular más significativas en la educación de la familia.
El mundo de las muñecas, también ha sido inspiración de grandes artistas. Armando Reverón, en su casa-cueva de Macuto, vivía rodeado de sus entrañables muñecas de trapo “para desahogar en ellas, su inmensa carga de demonios”; mientras su monumental muñeca recostada en un diván de troncos, peregrinaba por los museos del mundo, como una virgen tropical, esperando conceder favores a sus devotos.
Otro venezolano, Aquiles Nazoa, nos lleva a lo más entrañable y profundo de la sensibilidad humana, al revelar en magnifica prosa poética parte de su niñez, en su crónica VIDA PRIVADA DE LAS MUÑECAS DE TRAPO, que da título a su libro sobre estas forjadoras de ilusiones, vestidas con retazos florecidos.
Las muñecas de trapo, desde mi infancia, me guiaron por el camino de la creatividad. Así llegué a nuevos materiales y formas que germinaron en las series: HUMOR DE BULTO Y CLERECÍA Y BURGUESÍA, expuestas en París y Bogotá. Esta obra de muñecas gordas, son un trasunto de nuestras pequeñas burguesías parroquiales adormiladas en épocas pasadas, que aún persisten en nuestros pueblos y ciudades.
De la primigenia muñeca de trapo de mi infancia me queda el recuerdo indeleble, con el que inicié mi trabajo de creación e investigación sobre este objeto mágico, religiosos, artístico y por último juguete comercial, expresado, de manera significativa, en la Barbie, que en la actualidad invade el mundo infantil, como una forma de dominación cultural. Mi trabajo está encaminado a demostrar que las muñecas son algo más que un juguete.
Edith Vargas Muñoz.
Coordinadora Tertulia La embarrada.
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